GESTIÓN DEL CAMBIO POLÍTICO Y RESILIENCIA: LAS 5Cs DE LA EVOLUCIÓN POLÍTICA EN LA ADVERSIDAD

«Locura es hacer siempre lo mismo y esperar obtener resultados diferentes». Este pensamiento de Einstein, muy utilizado en Coaching Político, evidencia que progresar implica cambiar continuamente. Implícitamente, el cambio alude a un futuro mejorable que invita a la acción: «Vivir es cambiar y quien mire al pasado o al presente, se perderá en el futuro». Aceptando este razonamiento de John F. Kennedy no extraña la importancia del cambio en lo político, aunque sólo sea aparente. Un paramnésico Obama ha cerrado su reciente campaña electoral con unas ideas-fuerza similares a las de 2008: un mensaje conjugado en futuro, cuyo epicentro déjà vu ha vuelto a gravitar en torno a la creencia en un cambio esperanzador, aderezado con el nuevo mantra demócrata [Forward].

Einstein decía que «mientras una ecuación es para siempre, la Política dura poco». Y tenía razón. Independientemente de su alcance y magnitud, el cambio político es el proceso (que no evento) por el que el actor político es capaz de reconvertir-se o de re-convertir un escenario político en otro diferente, a priori más beneficioso. ¿Cuáles son los principios que rigen este proceso de creación, captura y entrega de valor político mediante el cambio? Sobre la base de las necesidades de los grupos de interés con los que interactúa, existen cinco factores que guían la gestión del cambio liderada por el actor político.


(1) Certidumbre: Necesidad de Predictibilidad. Todo cambio se aplica (secuencial o simultáneamente) sobre estrategias, estructuras, procesos, tecnologías y/o personas. En todo caso, la edificación del cambio debe cimentarse en un sentido de urgencia y motivación acerca de su necesidad, si bien esto contraviene la estabilidad y predictibilidad de los grupos de interés del actor político. El miedo [trans-pirado] por la inseguridad de la incertidumbre [res-pirada] debe contrarrestarse con la confianza [ins-pirada] por el liderazgo ejercido por el actor político mediante el discurso de sus palabras y el relato ejemplar de sus hechos. Un diálogo honesto fomenta un humus actitudinal favorable en las personas implicadas. Identificadas las amenazas potenciales, deben desarrollarse escenarios que, desde el análisis de las oportunidades diagnosticadas, muestren las ventajas ofrecidas por la nueva situación de futuro una vez aquellas sean explotadas.

(2) Clarificar: Necesidad de Visión-Propósito. Con frecuencia, el cambio acostumbra a cursar con confusión en los grupos de interés: ¿Qué se está haciendo y por qué? Estas dudas manifiestan la necesidad de crear y comunicar la visión [estratégica] o propósito del cambio para que disminuyan las resistencias al cambio [unfreezing] despertadas en individuos y grupos. Las soluciones implícitas en el cambio deben capturarse en una visión breve, entendible y memorable para los actores que deben operacionalizarlo [en cascada o en red]. Creada la visión, hay que comunicarla de un modo resonante y frecuente, motivo por el que debe vincularse e incluirse en todo lo que se haga. Comunicar visión no es una tarea extra-ordinaria, sino ordinaria, obligada en todo momento y situación para decidir y resolver problemas.


(3) Control: Necesidad de Decidir. Para proactivar el cambio político y evitar reacciones en su contra de los grupos de interés es necesario ofrecer mecanismos para satisfacer sus necesidades de control sobre lo que les afecta. El actor político debe canalizar la participación de éstos para que se impliquen en el diseño y gestión del cambio. Además de gestionarse, el cambio se lidera: hay que con-vencer acerca de su necesidad visibilizando el apoyo clave de los prescriptores corporativos (con influencia y ascendencia social en la organización): hay que liderar líderes que compren el cambio para que su compromiso garantice su permeabilidad corporativa. Se trata de compartir el liderazgo para fomentar sentimientos de control político en los equipos de trabajo. En términos rotterianos, generar un sentimiento de locus de control interno y no externo. En este sentido y desde la Psicología Positiva, puede hablarse de resiliencia política como la capacidad de ajuste saludable a la adversidad por parte del actor político y que le permite afrontar obstáculos, salir fortalecido y seguir proyectándose en el futuro a pesar de los acontecimientos de un escenario político poco o nada propicio. Esta personalidad resistente [Hardiness] constituye un constructo multifactorial compuesto por compromiso, control y reto. Así, el actor político resiliente estará comprometido, controlará lo controlable y se abrirá al cambio, interpretándolo como una parte ineludible de la vida política [oportunidad] y no tanto como una experiencia estresante [amenaza]. Todo ello, desde un mayor equilibrio emocional, le permitirá metabolizar la presión y afrontar mejor los nuevos retos.


(4) Conexión: Necesidad de Vinculación. Los integrantes de los grupos de interés del actor político necesitan conectarse con personas, hábitos e ideas y, en caso de cambio, re-conectarse abandonando lo conocido y vinculándose con lo aún desconocido en el sistema corporativo al que venían perteneciendo. En los casos de baja adhesión al cambio, son frecuentes las resistencias personales por no saber (desinformación), no poder (incompetencia) o no querer (desmotivación). Superar estas resistencias exige habituarse al cambio conociendo su objeto (qué), su causa (por qué), su finalidad (para qué) y el mejor procedimiento para abordarlo con éxito (cómo).

(5) Confianza: Necesidad de Aportar Valor. El nuevo escenario dibujado por el cambio debe ofrecer oportunidades de excelencia [adaptativa] a los nuevos parámetros de rendimiento para generar la necesaria confianza en el nuevo ecosistema político. Se trata por tanto, de reconfigurar la dinámica política del poder [refreezing] asegurando el apoyo de los grupos clave y liderando el cambio para generar sinergias de apoyo. Se trata de construir y anclar el cambio sobre la Cultura Corporativa. Cada nuevo proyecto proporciona una oportunidad para construir sobre los cambios precedentes, aunque es necesario seguir cuestionándose qué puede mejorarse aprovechando las inercias ya instauradas. En una lógica kaizén, las transformaciones generadas por el cambio deberán ser evaluadas (outputs-resultados y outcomes-impactos).

Dado que nunca nos bañamos en el mismo río, la Política es como ir en bicicleta: mantener el equilibro exige no parar. Quizás sobre ello reflexionaba Octavio Paz al ensayar que «las personas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo a cambiar».