DEMOCRATIZACIÓN y CONSOLIDACIÓN DEMOCRÁTICA

Apuntes para PRUEBA PRESENCIAL Fundamentos de Ciencia Política I
(Grado de Ciencia Política y de la Administración -UNED)

1. DEMOCRATIZACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE LA DEMOCRACIA. La democratización es el proceso de construcción de una democracia, el proceso de transición por medio de (a) Una reforma paulatina de las instituciones existentes; o (b) Una ruptura drástica con de las instituciones existentes desde un régimen dictatorial a otro democrático. Por su parte, la consolidación (asentamiento y estabilización) de la democracia es el objetivo último de todos los esfuerzos democratizadores porque los países que inician un proceso de democratización necesitan completarlo construyendo una democracia fuerte y duradera.

¿Cuándo se produce el paso de la democratización a la consolidación? Un Estado cruza la frontera de la democratización a la consolidación cuando sus instituciones son tan ampliamente aceptadas y sus prácticas democráticas están tan arraigadas que ningún sector importante de la ciudadanía está dispuesto a subvertir el orden democrático sustituyéndolo por otro. Esto es, cuando la democracia «is the only game in town», cuando las reglas democráticas son las únicas reglas del juego político aceptables para la sociedad.


¿Qué factores pueden ayudar a los Estados a evolucionar primero de la dictadura a la democratización (emergencia) y luego de la democratización a su consolidación? A medida que relacionemos a continuación las 10 condiciones para la democracia, veremos, a modo de ejemplo, la relación entre cada una de estas condiciones (planteadas como VI [1]) y el funcionamiento de la democracia en la India (como VD [2]).

2. DIEZ CONDICIONES PARA LA DEMOCRACIA. Estas condiciones son factores, «requisitos», pero no deterministas ya que no son ni condiciones necesarias, ni condiciones suficientes. Se trata de una lista de VI formuladas como hipótesis relacionadas con una VD (emergencia o consolidación de la democracia): en mayor o menor medida, las 10 VI tratadas contribuyen a incrementar las probabilidades de que se produzca la democratización o se consolide. El modo en que intervienen estas VI difiere en función del país, teniendo que tener en cuenta las diferencias entre correlaciones (A está relacionado con B) y causalidades (A causa B).

La primera y la segunda de las condiciones para la democracia (formuladas en forma de hipótesis) son las únicas de las 10 que no presentan una evidencia empírica mixta.

2.1. INSTITUCIONES DEL ESTADO. La emergencia y consolidación de una democracia requiere de un Estado que funcione correctamente, con soberanía sobre un territorio claramente definido y cuyas fronteras, élites gobernantes e instituciones básicas sean consideradas legítimas por la mayor de su población. Se trata de la estatalidad: «sin Estado, no puede haber ciudadanos y sin ciudadanos no puede haber democracia». Las instituciones estatales democratizadas son necesarias para el proceso democratizador (emergencia) y para la estabilidad democrática (consolidación). La construcción del Estado democrático constituye la tarea principal de los PVD [3] y la fortaleza de las instituciones estatales democráticamente controladas es crucial para el proceso de consolidación a largo plazo.

(#1) Estado previo e instituciones incubadoras. Muchas transiciones hacia la democracia tienen lugar dónde ya existe un Estado. Por otro lado, en algunos regímenes no democráticos funcionan determinadas instituciones del Estado que pueden representar el papel de incubadoras de la democracia (p.e. el parlamento británico durante el siglo XIII).

(#2) Transferencia del Estado. Históricamente se ha producido una amplia variedad de relaciones entre los representantes del anterior régimen (dictatorial) y los defensores del nuevo orden democrático. El modo en que el Estado se transfiere de los gobernantes de la dictadura a las élites democratizadoras influye en la estabilidad del proceso de cambio y en la calidad posterior de la democracia. Existen 3 posibilidades:

(a) Transición Pactada. Existe un acuerdo entre un gobierno dictatorial debilitado y los líderes del movimiento democrático, siendo las que suelen producir democracias más duraderas (España), si bien no siempre han producido democracias estables (Latinoamérica).

(b) Revolución desde Abajo. Un movimiento amplio de ciudadanos que se rebelan contra un gobierno no democrático. Es el caso de la Revolución de los Claveles de Portugal de 1974, la caída del comunismo en la República Democrática Alemana, Polonia, Checoslovaquia y Rumania.

Mijail Gorbachov
(c) Democratización desde Arriba. Los elementos de la élite gobernante deciden imponer la democratización. Es el caso de la Unión Soviética de Mijail Gorbachov cuando a mediados de los 80 inició un proceso de reformas (Perestroika) y transparencia informativa (Glasnost). También pueden citarse Hungría (funcionó notablemente bien) y Bulgaria (registró numerosos problemas).

(#3) Legitimidad Social del Estado. En todo caso, la democracia es más sólida en aquellos países en los que las fuerzas democráticas han gozado de mayor respaldo social (Polonia y los Estados bálticos) y más débil allí donde la correlación de fuerzas se hallaba más equilibrada (Rusia y Ucrania). La legitimidad del Estado es un factor clave en este proceso: si grandes segmentos de la sociedad creen que los nuevos líderes han obtenido el poder de forma inadecuada o lo conservan de forma ilegítima o ilegal, la democracia afronta serias dificultades porque el mismo Estado descansa sobre cimientos endebles.

(#4) Instituciones y Procedimientos del Estado. La democracia depende en gran medida de las instituciones y procedimientos del Estado. Necesita instituciones que garanticen la soberanía popular y los derechos y libertades básicas, debiéndose organizar necesariamente sobre la base del imperio de la ley: (a) Los gobernantes tienen que dar cuenta de sus actos ante la ciudadanía y someterse a procesos electorales justos y competitivos que permitan la alternancia periódica en el poder: (b) La trasparencia del proceso ha de permitir a los ciudadanos castigar electoralmente a los gobiernos; (c) Los jueces deben ser independientes: (d) A la burocracia le corresponde actuar conforme a procedimientos legales y disponer de suficientes recursos; (e) Los militares tienen que respetar las reglas del juego; y (f) El proceso legislativo debe ser eficiente y eficaz.

(#5) No neutralidad ante cualquier ideología. Las democracias han de contar con la capacidad de protegerse, contar con un ejército cuyos miembros sean leales al Estado democrático. Las democracias no pueden permitirse la neutralidad hacia cualquier ideología. Las reglas de la democracia no pueden amparar ni respetar a quienes son intolerantes con las ideas de los demás, aspiran a impedir su difusión o a eliminar físicamente a quienes las difundan [4]. Las democracias pueden y deben defenderse de sus enemigos, pero han de hacerlo de una forma compatible con sus principios y derechos. De lo contrario, alimentarán los fenómenos que pretenden erradicar y socavarán los principios que dicen defender. Las medidas de excepción han de ser precedidas de un amplio debate público, deben ser adoptadas y supervisadas por los parlamentos y ser objeto de control judicial periódico en cuanto a su justificación y aplicación.

2.2. ÉLITES COMPROMETIDAS CON LA DEMOCRACIA. La democracia es el gobierno de los ciudadanos, pero el gobierno de élites responsables ante los ciudadanos. El éxito de la democracia depende de las actitudes y del comportamiento de las élites políticas y sociales (económicas, empresariales, religiosas, étnicas, académicas y periodísticas) de cada país, las cuales han de adherirse escrupulosamente a las leyes y a las normas democráticas. Su capacidad de compromiso es esencial, pero su liderazgo democrático tiene que ser moralmente estimulante, sólido y capaz de generar cambios políticos, económicos, sociales y culturales consustanciales. Cuando los líderes sociales apoyan al nuevo régimen sin fisuras, la probabilidad de supervivencia de la democracia aumenta considerablemente. Aunque sus actitudes son fundamentales en todas las fases del proceso democratizador, resultan particularmente relevantes en sus primeras etapas: influyen de una forma decisiva en la implantación y en el desarrollo de la democracia porque ésta se asienta sobre la participación conjunta de la sociedad y las élites en el proceso político.

2.3. UNA SOCIEDAD HOMOGÉNEA. La democracia tiene más probabilidades de asentarse en países socialmente homogéneos porque las sociedades fragmentadas (por divisiones étnicas, religiosas o de clase) son demasiado inestables para lograr un gobierno democrático sólido. La evidencia a la hipótesis de la homogeneidad es mixta: tener una población socialmente homogénea no es un requisito indispensable, pero ayuda. El sentimiento de unidad nacional puede no ser siempre imprescindible, pero facilita el nacimiento de la democracia e incrementa sus probabilidades de consolidación a largo plazo. Carecer de ella, en algunos casos, puede resultar fatal.

Hay países que han compatibilizado la democracia con profundas divisiones sociales (Estados Unidos, Suiza y Holanda). Además, la heterogeneidad social puede aumentar la probabilidad de democracia porque ésta ofrece el método más adecuado para que un pueblo dividido reconcilie sus diferencias de forma pacífica. La homogeneidad de la sociedad no garantiza la democracia. Y aunque la polarización social puede dificultarla, de ningún modo la hace imposible.

Algunas sociedades encuentran modos de superar sus divisiones sociales manteniendo la unidad nacional. Una Identidad Nacional Cívica puede proporcionar un nivel suficiente de homogeneidad para mantenerla cohesionada, a pesar de la existencia de divisiones profundamente arraigadas basadas en la etnia, la lengua, la religión o la clase social. Gracias a la identidad nacional compartida, Holanda logró su democracia consociativa. La unidad nacional de Estados Unidos se basó en el deseo de independizarse de los británicos. La unidad nacional representa un papel fundamental en la creación y el mantenimiento de sistemas democráticos viables en países que son muy heterogéneos. Sin una patria compartida en la que apoyarse, los países socialmente polarizados tendrán dificultades para llegar a los acuerdos necesarios para construir o mantener la democracia. Las democracias jóvenes tienden a ser más frágiles y mostrarse más vulnerables ante los efectos desestabilizadores de la falta de coherencia nacional.

2.4. RIQUEZA NACIONAL. La correlación existente entre la riqueza nacional y la democracia es una evidencia mixta. Aunque la riqueza nacional aparece correlacionada con las democracias consolidadas, hay excepciones: países acomodados que han fracasado, mientras otros han tenido éxito (la India o Botswana). El desarrollo económico ha aumentado las probabilidades de la democracia en algunos países, pero por sí sólo no causa el surgimiento de una democracia. La democracia no nace espontáneamente cuando un país alcanza un determinado nivel de renta per cápita. Una vez que la democracia se instaura, sus perspectivas de supervivencia se incrementan cuanto más rico es el país: ninguna democracia ha fracasado con una renta per cápita superior a 6.000$.

Barrington Moore
2.5. EMPRESA PRIVADA. Encontramos de nuevo una evidencia mixta: aunque en algunos países el capitalismo ha fomentado las tendencias democráticas, en otros no sólo no lo ha hecho, sino que incluso las ha menoscabado. La libertad económica promueve la libertad política porque las personas que trabajan en empresas privadas suelen mostrar una predisposición más alta a controlar las actuaciones de los gobernantes. «Sin burguesía no hay democracia» (B. Moore): una clase capitalista próspera es esencial para la instauración de instituciones democráticas porque la empresa privada estimula el desarrollo de una clase media que no sólo no depende directamente del Estado para sobrevivir, sino que tiene un enorme interés en controlar estrechamente las acciones de gobierno. De hecho el surgimiento de la democracia es explicable en relación a la aparición de mecanismos para proteger los derechos de la propiedad. La ausencia de libertades económicas implica una restricción de las libertades políticas. «Tener algo que decir» es el fundamento de la soberanía popular: cuando el gobierno controla la economía, reduce las oportunidades de los ciudadanos para organizarse y ocuparse de sus necesidades económicas con independencia del Estado, limitando el control que en una democracia les corresponde ejercer sobre los poderes públicos.

No obstante, existen muchos indicios de que la libertad de empresa no promueve necesariamente la democracia. La China actual combina un sector privado muy activo con la férrea dictadura. La Rusia poscomunista ha provocado el surgimiento de una camarilla de multimillonarios políticamente influyentes, produciéndose un considerable descenso de los niveles de vida de grandes segmentos de la población.

La democracia surgió en Gran Bretaña y Estados Unidos principalmente debido a la temprana aparición de una élite capitalista pujante (la burguesía) que quería tener voz con el fin de asegurar sus derechos de propiedad. Aquellos países que no lograron desarrollar una clase empresarial fuerte no disfrutaron de democracias asentadas hasta mucho después (Alemania, Rusia, China o Japón). Por ello, Rusia y China se hicieron comunistas. Alemania tuvo una dictadura fascista y Japón un régimen militar autoritario.

2.6. CLASE MEDIA. La evidencia es de nuevo mixta. Hay datos inequívocos de que la clase media ha contribuido a promover la democracia, pero también otros casos indican su alejamiento de la democracia cuando percibe que sus intereses materiales corren peligro. En los países económicamente polarizados (sin una importante clase media), la probabilidad de que surja la democracia es menor. Cabría esperar que los ricos se sirvieran de su control de la economía para dominar a los pobres, al tiempo que los pobres aspiraran a expropiar a los ricos. Al configurarse la alternancia de unos y otros en el poder (como un juego de suma cero: lo que unos ganan, otros los pierden) ambas clases están dispuestas a recurrir a la represión del otro para alcanzar sus objetivos. En cambio, una clase media sería más favorable a la democracia porque sus miembros estarían interesados en garantizar su propia seguridad económica sobre la base de la libertad de empresa, el imperio de la ley y un gobierno responsable ante los ciudadanos.

2.7. APOYO DE LOS MÁS DESFAVORECIDOS. La evidencia sugiere que el apoyo de los desfavorecidos es crítico para la democracia. Si la democracia no se abre a todos, puede que no tenga éxito para nadie. Si los segmentos más pobres de la sociedad perciben que están siendo excluidos del proceso democrático o que no obtienen ningún beneficio, pueden dificultar su desarrollo. Si la democracia no ofrece una esperanza real para salir de la pobreza o impedir la discriminación sistemática de ciertos colectivos, evidentemente no representa a todos. La exclusión y la discriminación pueden producir la indiferencia de la gente socialmente desfavorecida hacia la democracia.

Tenemos el ejemplo del Reino Unido cuando expandió el derecho a voto a finales del siglo XIX y principios del siglo XX primero a los miembros de la clase trabajadora y después a las mujeres. Pero el apoyo a la democracia por parte de los grupos más desfavorecidos depende mucho del modo en que el gobierno electo aborde sus problemas, en especial los que genera el mercado. Para mantener el apoyo a la democracia, los gobiernos electos deben diseñar y ejecutar toda una serie de medidas de bienestar social destinadas a paliar la miseria económica y la marginación social de los más desfavorecidos. En África, Latinoamérica y Asia existen grandes grupos de población hundidos en la pobreza que se muestran incapaces de organizarse democráticamente. En cambio, allí donde los partidos se ocupan de los más menesterosos y hacen esfuerzos para abordar sus problemas cuando están en el gobierno, la democracia goza de más apoyo social y es más fuerte.

2.8. PARTICIPACIÓN CIUDADANA, SOCIEDAD CIVIL [5] Y CULTURA POLÍTICA DEMOCRÁTICA.

(#1) CULTURA POLÍTICA DEMOCRÁTICA. Existen datos que avalan la existencia de un vínculo entre la cultura política democrática y la democracia, si bien la preexistencia de dicha cultura no representa una condición necesaria para que comience a producirse la democratización. ¿Qué viene antes: los demócratas o la democracia? Aunque parece incuestionable que la democracia puede surgir sin que la mayoría de la población tenga interiorizados los valores democráticos, tampoco cabe duda de que las transiciones (procesos de democratización) resultan más sencillas allí donde sí ha prendido una cultura política democrática.

(#2) PARTICIPACIÓN CIUDADANA. Para dar vida a la democracia, la gente tiene que participar. Los partidos políticos representan un papel crítico en este proceso porque proporcionan el principal vínculo organizativo entre los políticos y la sociedad. No obstante, este vínculo es indirecto ya que los ciudadanos tienen muy poca conexión con los partidos. El partidismo [6] está en decadencia en la mayoría de las democracias consolidadas: los índices de afiliación partidista han sufrido un notable descenso en las últimas décadas. Sin embargo, los partidos siguen siendo indispensables para el funcionamiento de la democracia porque proporcionan a los electores opciones reales en las elecciones y permiten que las asambleas legislativas y los gobiernos se articulen en instituciones operativas.

(#3) SOCIEDAD CIVIL. Una considerable evidencia empírica corrobora la relación existente entre la sociedad civil y la democracia: una sociedad civil fuerte confiere estabilidad y fortalece a las democracias. Polonia y la República Checa han dado importantes pasos en sus procesos de democratización por la presencia de una sociedad civil fuerte. En Polonia más de 10 millones de personas pertenecieron a Solidaridad (un movimiento sindical anticomunista que desafió abiertamente al régimen). En Rumania y Bulgaria carecieron de este tipo de organizaciones.

‒ Para maximizar la participación ciudadana, la democracia requiere también una sociedad civil fuerte (compuesta por asociaciones que promueven valores democráticos y se organizan y operan de acuerdo con ellos). Cuanto más se involucra la ciudadanía en estas asociaciones voluntarias, más probable es que la democracia se afiance. Al incorporarse libremente a grupos y asociaciones, los individuos siguen pautas de interacción y adoptan hábitos de organización, cooperación y confianza que son vitales para el mantenimiento de las instituciones y los procedimientos democráticos, al tiempo que contribuyen a la cohesión social. La sociedad civil promueve la tolerancia, el compromiso y una disposición a confiar en los demás y a cooperar con ellos, actitudes absolutamente esenciales para la estabilidad y calidad de la democracia.

‒ La sociedad civil es una fuente de cultura política democrática (de actitudes y valores, ampliamente compartidos, de apoyo a las instituciones y los procedimientos democráticos).

‒ La sociedad civil es la red social que fundamenta el gobierno democrático pues limita el poder del Estado y lo hace responsable de sus actos.

Robert Putnam
Capital Social. R. Putnam afirma la evidencia empírica de la constante disminución de la pertenencia a todo tipo de asociaciones, proceso cuyo inicio sitúa a finales de los 60. Implica una considerable reducción del capital social («redes sociales y normas de reciprocidad y confianza que existen entre los individuos de una sociedad») lo cual podría tener consecuencias negativas sobre la calidad de la democracia. El capital social se manifiesta en la existencia de transacciones personales que no responden meramente a una relación de intercambio económico y cuyos efectos positivos son la creación de confianza entre individuos, la cooperación coordinada, la resolución de conflictos, la movilización y la gestión de recursos comunitarios, la legitimación de líderes y la producción de bienes públicos.

¿Cuáles son las causas de esta reducción del capital social? (a) Parte del problema se deriva de las presiones económicas y temporales a las que se ven sometidas las familias de doble carrera laboral (los dos trabajan fuera de casa); (b) Las pautas de residencia; o (c) El atractivo de las televisión y otros medios de comunicación electrónicos. Lo cierto es que la Generación del Baby Boom tiende a pertenecer a asociaciones voluntarias en menor medida que sus progenitores. Y de las tres generaciones analizadas, los jóvenes nacidos en las décadas posteriores son los que menos se involucran socialmente.

2.9. EDUCACIÓN Y LIBERTAD DE INFORMACIÓN. Se observa una correlación entre las democracias estables, los niveles educativos elevados y la pluralidad de fuentes de información existentes. La educación y la libertad de información están relacionadas con el correcto funcionamiento de la democracia, si bien no siempre se dan en su surgimiento. Las perspectivas de la democracia aumentan con el nivel educativo de la población: cuanto más alto sea el nivel educativo, más respaldo obtendrán los valores y procedimientos democráticos. Inversamente, el analfabetismo tiende a crear o sostener la democracia en menor medida. La democracia requiere la libertad de expresión, la libre circulación de información y la capacidad de los ciudadanos para procesar esta información. El nivel de participación ciudadana en la vida política depende bastante  de la disponibilidad inmediata de información relevante sobre los asuntos de la comunidad, así como también de la capacidad de los ciudadanos de entender cuestiones económicas y políticas más o menos complejas.

Las dictaduras comunistas suponen una importante excepción a esta condición. La Cuba de Fidel Castro muestra como la educación (con ausencia libertad de información) no tiene por qué estar necesariamente relacionada con la democracia.

En los siglos XVIII y XIX, las democracias anglosajonas fueron impulsadas inicialmente por élites sociales con altos niveles educativos. En estos mismos tiempos, en Rusia, China o Japón la opresiva censura del Estado sofocó el libre intercambio de información e ideas. Las democracias consolidadas contemporáneas suelen exhibir niveles más altos de alfabetización y educación secundaria que los sistemas no democráticos.

2.10. UN ENTORNO INTERNACIONAL FAVORABLE. La evidencia disponible vincula la existencia de condiciones internacionales propicias con el surgimiento y el desarrollo satisfactorio de las democracias. Pero si bien las influencias externas son importantes, difícilmente pueden los gobiernos extranjeros crear o propiciar las instituciones y los hábitos democráticos cuando las condiciones internas para la democracia son desfavorables.

Las condiciones vistas hasta ahora se refieren al interior de cada país. Pero, en algunas ocasiones, el contexto internacional puede influir de forma significativa en las perspectivas del surgimiento de la democracia, así como en su posterior desarrollo.

No todas las antiguas colonias británicas se han convertido en democracias estables, como por ejemplo Pakistán, Malasia o Singapur.

Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y la India habían sido colonias británicas. Ya habían adquirido de los británicos un concepto de las ideas y prácticas democráticas.

La guerra y sus consecuencias pueden tener efectos positivos o negativos en la democracia. En relación a los negativos, la guerra suele requerir un liderazgo fuerte y centralizado, quedando poco espacio para la pugna entre partidos. Pero no todos los países implicados en grandes conflictos bélicos internacionales han sucumbido a la tentación del autoritarismo militar. Un contexto internacional poco propicio para el surgimiento y la  estabilidad de las democracias fue el de los años 30 y la posterior etapa de Guerra Fría. El auge del fascismo y del comunismo contribuyó a radicalizar la vida política y social de muchas democracias. Una de las inquietantes paradojas de los regímenes democráticos es la siguiente: gobiernos que defienden la democracia en sus propios países pueden, aunque de forma habitualmente poco transparente, contribuir a sostener dictaduras terribles en otros países.

En determinados contextos, las condiciones económicas globales pueden ejercer una influencia igualmente profunda en las perspectivas de la democracia. En los años 30 se produjo la “Gran Depresión”, la cual influyó de forma significativa en la caída de la democracia en Alemania y en el ascenso de la popularidad de los nazis. En la actualidad, la probabilidad de que algunos países de Latinoamérica, África o Asia consigan estabilizar sus jóvenes democracias depende, en gran medida, de la voluntad de las democracias económicamente avanzadas de proporcionar ayuda económica a tiempo o de su disposición a abrir sus mercados a un comercio que sería beneficioso para todos.

¿La globalización propiciará u obstaculizará la democracia en los países en vías de desarrollo? En principio, la interdependencia tecnológica y económica global puede tener consecuencias tanto positivas como negativas para el desarrollo de estos países.

3. ¿ES INEVITABLE LA DEMOCRACIA? Para contestar a esta cuestión nos centraremos en las aportaciones de dos autores:

Francis Fukuyama
F. Fukuyama (1992) plantea que el colapso de los regímenes comunistas en Europa y la Unión Soviética en el tramo final del siglo XX han marcado el fracaso del último desafío ideológico planteado a la democracia liberal. El otro desafío importante del siglo XX (el fascismo) ya había sido derrotado en la Segunda Guerra Mundial.

Por mucho que aparenten estabilidad y fortaleza, las dictaduras carecen de ideas sugerentes y atractivas para las sociedades contemporáneas porque no pueden ofrecer lo que anhelan todos los individuos: el reconocimiento por parte de los demás de la dignidad humana. Sólo la democracia puede responder a tales anhelos porque es el único sistema que ofrece oportunidades de participar en la vida de la comunidad desde la igualdad, la dignidad y el respeto.

Samuel Huntington
S. Huntington (1991) se ha mostrado menos optimista respecto a la inevitabilidad del éxito de la democracia a escala mundial. En el siglo XX se han producido tres grandes «olas» de democratización en el mundo:

PRIMERA OLA (entre 1828 y 1926). Unos 30 países adoptaron algunos elementos rudimentarios de democracia. Hacia 1922 empezó a perfilarse una tendencia adversa a medida que la democracia caía en algunos de esos mismos países. En 1942, 11 Estados habían sucumbido al fascismo.

SEGUNDA OLA (entre 1943 y 1962). Después de la Segunda Guerra Mundial, empezó con la restauración de la democracia en Italia y Alemania y su instauración en Japón, cobrando fuerza con la extensión de la democracia a un creciente número de países en vías de desarrollo llegando a 41 países (desde 1943 hasta 1962), si bien la democracia no pudo arraigar en todos los países. Se inició una segunda ola adversa entre 1958 y 1975 en la que algunos Estados cayeron bajo una dictadura.

TERCERA OLA (desde mediados de los 60 hasta mediados de los 80). Empieza con las transiciones de Portugal, Grecia y España. Durante los 20 años posteriores, la democracia nació en más de 40 países, culminando con la caída de la Unión Soviética y la transición de varias de sus repúblicas hacia la democracia y la independencia.

Como se ha visto, a cada una de las dos primeras olas le siguió una «ola adversa» en la que algunos países que habían logrado construir la democracia, fracasaron luego en mantenerla, regresando a una dictadura. Así, no cabe excluir una tercera ola adversa a corto plazo.

¿Se ha iniciado ya una tercera ola adversa? Entre 1987 y 1995 la cantidad de democracias electorales del mundo experimentó un gran aumento (de 66 a 117). En 2008 había 119 democracias electorales en el mundo: menos del 50% de la población mundial vivía bajo regímenes “libres” (Freedom House). A pesar de que no se ha producido una ola adversa masiva, en 2009 se produjo por tercer año consecutivo un declive global de la libertad, registrándose los principales retrocesos en el África subsahariana y en la antigua Unión Soviética. A pesar de todas sus debilidades e imperfecciones, la democracia sigue ofreciendo a la humanidad más y mejores oportunidades para la libertad, la dignidad y el desarrollo personal que cualquier otra forma de gobierno existente.

4. EL CASO DE LA INDIA. Como ejemplo tenemos el caso de la India, en el que la evidencia empírica es ambivalente: aunque cumple nuestras expectativas en algunos de los factores favorecedores, también cuenta con un buen número de tendencias contrarias. Lo más sorprendente del caso indio es que varios elementos potencialmente debilitadores de la democracia nunca se han combinado para minarla. El compromiso con los ideales y las prácticas democráticas parece firmemente enraizado entre amplios sectores de la población. La mayoría de los indios que participan en la vida política apoyan la democracia y no apelan a expedientes dictatoriales como remedio a su difícil situación.

Instituciones y gobiernos parlamentarios legítimos y un Estado unido a pesar de las tendencias hacia la fragmentación social.  A primera vista, las estructuras institucionales de la India parecen adolecer de una gran debilidad debido a las tendencias de fragmentación social (arraigadas en la heterogeneidad religiosa y etnolingüística e institucionalizadas en el sistema federal). La corrupción política generalizada y la ineficiencia persistente en todos los niveles del gobierno, desgastan el apoyo social a los gobernantes y los líderes de los partidos. En 2002, el 10% de los parlamentarios estaban acusados de asesinato, violación o robo. Las instituciones judiciales del Estado (aunque formalmente independientes) funcionan con lentitud y están saturadas, llegando a tener 30 millones de casos acumulados. Pero los gobiernos de la República han logrado mantener unidas las diversas partes de la India, evitando una guerra civil a gran escala o la secesión de algún estado federado. El proceso electoral sigue siendo considerado legítimo por la mayoría de los indios (aunque la participación electoral está disminuyendo): se mantiene por encima de la participación en las elecciones al Congreso de los Estados Unidos. El apoyo de las élites y la población al régimen democrático es muy amplio. Las tradiciones de gobierno parlamentario, adoptadas de las británicas, siguen intactas. 

Unas élites políticas, religiosas y culturales unánimemente comprometidas en una democracia consociativa con reparto del poder. Los creadores de la India moderna (Mahatma Gandhi, Jawaharhal Nehru y sus sucesores inmediatos) estaban unánimemente comprometidos con la democracia, como también lo estaba la mayor parte de las élites que encabezaban los principales grupos etnolíngüísticos y religiosos del país. La Democracia Consociativa (que acentúa la importancia del reparto del poder entre las élites que representan a los principales grupos en conflicto) permite explicar por qué la democracia ha persistido en la India. El reparto del poder entre las élites y la autonomía cultural de los diversos grupos lingüísticos fueron evidentes al menos hasta finales de los años 60. Aún cuando posteriormente, se rompieron los acuerdos de distribución de poder, las élites indias se ocuparon de conservar un nivel suficiente de reparto de poder entre los diversos grupos del país para que las democracia no muriera. Estos esfuerzos consociativos de reparto de poder constituían los elementos que mejor explicaban el éxito de la democracia india. Parece que los arreglos consociativos han disminuido en los últimos años. No obstante, las élites y los grupos sociales no parecen dispuestos a optar por un sistema no democrático.



Una sociedad heterogénea en un Estado unitario con una identidad nacional compartida. La India está lejos de ser una sociedad homogénea. El descontento de los diversos grupos religiosos y etnolingüísticos (con 18 lenguas oficiales) generó importantes dosis de inestabilidad. Pero la mayoría de los indios sigue concibiendo la India como un único Estado que comparte la identidad nacional y es capaz de aglutinar las numerosas divisiones del país. Coexiste un sentimiento muy difundido de identidad nacional con una heterogeneidad social extraordinaria, luchas religiosas y tendencias separatistas. La mayoría considera que la democracia como la forma más eficaz de mantener intacta la unidad nacional.

Estatus económico ambiguo: una economía que produce una considerable riqueza agregada, pero no la suficiente para mejorar el nivel de vida de su población. Una de las principales excepciones a la correlación entre pobreza y dictadura es la India. Su renta per cápita era de 480$ en 2002. Es uno de los países más pobres del mundo. Entre 1999 y 2000, el 80% de la inmensa población del país (más de 1.000 millones de personas) vivía con menos de 2$/día y el 35% subsistía con menos de 1$/día. Al mismo tiempo, el PIB de 3,5 B$ coloca a la India entre los 5 países económicamente más potentes del mundo. Su PIB aumentó un 5,9% de promedio anual entre 1978 y 1996. Pocos años se ha quedado la tasa de crecimiento por debajo del 5%, superando el 8% entre 2003 y 2006. Estas tasas resultan impresionantes. En la última década, el impulso reformador de los sucesivos gobiernos ha tenido como consecuencia un importante despegue económico de la India entre las grandes potencias emergentes del siglo XXI (junto a China y Brasil). Ciudades como Bangalore se han convertido en las nuevas mecas de la informática mundial. El estatus económico de la India es ambiguo: su economía produce una riqueza agregada considerable, pero no la suficiente como para elevar los niveles de vida de su población.

Ni el persistente intervencionismo estatal, ni el incipiente desarrollo del sector privado parecen afectar negativamente a la democracia. Los esfuerzos por promover la empresa privada aumentaron en la India en los años 90. Estas tendencias iban en contra de los elevados niveles de intervención gubernamental característicos de la economía mixta india desde la época de Nehru. El desarrollo del sector privado ha sido bastante fuerte, aunque el Estado conserva una fuerte presencia económica: el gasto público aumentó (como % del PIB) del 10,8% en 1980 al 17,2% en 2002, de forma que el gobierno incurrió en sucesivos déficits, llegando al 6% del PIB en 2007.

La inmensa mayoría de la numerosa clase media apoya la democracia, a pesar de sus críticas hacia el funcionamiento de sus instituciones. Según PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), el 20% de la población de la India posee en torno al 40% de la riqueza, lo que configura una clase media muy numerosa (de más de 400 millones de personas). La inmensa mayoría parece apoyar la democracia por encima de cualquier forma de gobierno, aunque ponga en cuestión el modo en que funcionan las instituciones y se comportan los actores políticos en la práctica cotidiana.

A pesar del descontento social, no existe una reacción masiva contra la democracia electoral. Al contrario, el activismo democrático es creciente en muchos de sus Estados del sistema federal. Si la pobreza endémica fuese una seria amenaza para la democracia, una parte importante de la sociedad india debería movilizarse contra ella como una forma inaceptable de gobierno. Vuelven a surgir así las paradojas del caso indio. Aunque exista un extendido descontento social, no se ha producido una reacción masiva contra la democracia electoral en sí. Al contrario, el activismo democrático cobra cada vez más vida en muchos Estados del sistema federal indio. La dote es una práctica ilegal y, sin embargo, hay miles de mujeres al año que son sacrificadas, golpeadas o inducidas al suicidio debido a las disputas sobre la dote. El número de varones nacidos vivos sobrepasa considerablemente al número de mujeres en varios estados. Este desequilibrio demográfico de género es consecuencia de un evidente aborto selectivo e infanticidio selectivo. La feminización de la pobreza porque soportan unas condiciones de vida en el mínimo de las subsistencia. Para remediar estos problemas, las mujeres indias política y socialmente activas piden más democracia, no menos. Entretanto, la discriminación contra los 160 millones de indios pertenecientes a la casta de los intocables (dilats) sigue extendiéndose. La prostitución infantil afecta a 100 millones de niños trabajando en condiciones de sobreexplotación. Sin embargo, más que la sublevación revolucionaria, la apatía o la resignación marcan las actitudes políticas. Podría pensarse que la religión hindú contribuye al conformismo, pues está basada en un rígido sistema de castas consideradas inamovibles. Por otro lado, la simple lucha diaria por la vida deja poco tiempo para preocuparse por las elecciones y los programas de los partidos. El respecto a la autoridad política es enorme.

Una sociedad civil próspera comparte el escenario con una sociedad notoriamente incivil inclinada a la violencia. Un ruidoso activismo político coexiste con la deferencia y la resignación. Las actitudes y los comportamientos democráticos se enfrentan en diversas subculturas étnicas, religiosas, sociales y políticas que desprecian los valores de la tolerancia, el compromiso, la confianza y otros pilares morales de la cultura política democrática. En los últimos años, la sociedad civil de la India ha hecho progresos. Los grupos que luchan por los derechos de la mujer han proliferado y las organizaciones a favor de los derechos humanos también. Los sindicatos están bien organizados y son muy dinámicos. Los estallidos periódicos de violencia sectaria se concentran en unas pocas ciudades. La India rural es básicamente tranquila, como la mayoría de las populosas áreas urbanas del país. En varias ciudades, las asociaciones cívicas resultan bastante eficaces para detener la violencia comunitaria antes de que se desborde. Existen Comités de Paz Vecinales. Las ciudades carecen de estas redes y suelen existir brotes de violencia más duraderos y devastadores. Las experiencias asociativas de este país son muy variadas: mientras algunas organizaciones parecen existir principalmente para exacerbar el conflicto social y político, otras intentan reducirlo de acuerdo con un espíritu democrático.

Coexistencia entre población analfabeta y población con formación superior, con una libertad de prensa garantizada. La India presenta contradicciones con respecto a esta hipótesis. Existen millones de licenciados y titulados en formación profesional, si bien 1/3 de la población masculina mayor de 15 años es analfabeta. Esta tasa alcanza el 60% en el caso de las mujeres. La libertad de prensa está garantizada. No existe la censura. El Gobierno de la República mantiene el monopolio de la televisión nacional, pero permite que las televisiones extranjeras emitan en el territorio.

El entorno exterior es una fuente de influencia negativa (Pakistán y China) y positiva (la mayoría) para su orden democrático. En general, mantiene con muchos países unas relaciones exteriores de buen entendimiento. Pero su complicada relación con Pakistán afecta a los vínculos entre hindúes y musulmanes en la India. El estatus de la India como potencia nuclear le ha creado problemas con los países que se oponen a la carrera nuclear y que le presionan para que desista de un militarismo potencialmente peligroso. Por otra parte, la India también tiene una vieja frontera conflictiva con China. Con todo, el conflicto con Pakistán es el que más negativamente afecta a la democracia india. Por ejemplo, en la región de Cachemira se registran altos niveles de violencia política, terrorismo y represión.




[1] Variable Independiente.

[2] Variable Dependiente.

[3] Países en Vías de Democratización.

[4] La libertad de expresión no debe amparar la negación del holocausto, la incitación al odio étnico, la propagación del fundamentalismo religioso de carácter violento o la justificación del terrorismo.

[5] Ciudadanos organizados en asociaciones creadas por ellos mismos e independientes del Estado, albergando o no propósitos políticos, a las que se incorporan por decisión propia sin la intervención de las autoridades públicas: sindicatos, patronales, organizaciones religiosas, étnicas, de defensa de intereses particulares como el derecho a la vida o al aborto, la protección del medio ambiente o el apoyo a colectivos específicos, organizaciones caritativas, clubes sociales o las peñas deportivas.

[6] Grado en que los votantes se identifican con un partido concreto.

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