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La AVCP (Associació Valenciana de Consultors Polítics) entrevista a Jorge Guerrero García


¿Cuál es el valor que más admiras de la Política? ¿Y el que más detestas? El mayor valor de la Política es su aportación a optimizar el Bien Común, en beneficio de todos, por y para todos. Dado que decide quién obtiene qué, cuándo y cómo, la Política hace (o no) posible lo necesario. Es en esta contribución al procomún dónde reside su sentido transformador, igualitario y participativo. Por este motivo, de muchas de las personas que se dedican a la Política, admiro su vocación de servicio público, su generosidad por invertir su tiempo y su talento en beneficio de la comunidad, en muchas ocasiones, especialmente en la política municipal, de manera desinteresada. Gracias a todas ellas, la Política es solución.

Al contrario, detesto a esas otras personas que, amparadas en la presunción de servicio público, acceden a la Política para servirse de ella. Detesto al senador que, después de veinte años, no se le conoce intervención alguna en la Cámara Alta. Detesto al político empeñado en no parecer honesto ni honrado. Detesto al fontanero a sueldo que bucea en las cloacas, institucionales o no, de nuestra partitocracia. Detesto al que, enfundado en cualquier de las delirantes banderas de las atalayas identitarias, cierra quirófanos, desatiende a sus personas dependientes o no paga a sus farmaceúticos. Detesto la Política que condena a la pobreza a una persona empleada a tiempo completo. Detesto la Política del miedo que consuela un presente de resignación y no ilusiona con la confianza en un futuro esperanzador. Todos estos disidentes del talento político son los responsables de que la Política, hoy y desde ya hace demasiado tiempo, sea problema. 

¿Qué valor le das a la comunicación en la labor política de un gobierno? Casi todo, pero no sólo en la acción de gobierno, sino en cualquier acción política. La Política es comunicación: dado que lo que no se comunica no existe y que es imposible no comunicar, Política y Comunicación son disciplinas consustanciales, indisociables y permanentes. En nuestras democracias mediáticas y mediatizadas, la Comunicación constituye un factor clave de éxito para cualquier actor político que pretenda ser deferente [relacionalmente], referente [socialmente], diferente [programáticamente] y preferente [electoralmente]. No obstante, quiero subrayar nuestra tendencia congénita a la no-comunicación y la complejidad que de ella se deriva para los procesos de Comunicación Política. Frecuente en lo privado, esta tendencia se amplifica en lo público: el actor político interactúa con una amplia gama de interlocutores, canales y contextos que implican un amplio catálogo de barreras comunicacionales. Habitualmente, lo comunicado por el actor político no se interpreta de forma congruente con su intencionalidad comunicativa. Lo que quiere decir no es lo que dice; lo que dice no es lo que se oye; lo oído no es lo que se escucha; lo escuchado no es lo que se comprende; lo comprendido no es lo que se recuerda y lo recordado no es lo que se aplica... por ejemplo, al votar.

¿Crees que los gobiernos comunican bien? En caso negativo, ¿qué falta? «¿Pero tenemos algo que decirles?» le respondió Marconi a un colaborador cuando éste, regocijado con la nueva radiotelegrafía, le exclamó: «¡Ya podemos hablar con Florida!». Como acabamos de comentar, comunicar es una de las competencias políticas más difíciles de desarrollar y más limitadoras del talento político. Me viene a la cabeza una comparecencia de Óscar López días antes del 20N: «Les voy a dar tres argumentos de peso, de mucho peso, para votar el próximo domingo: uno tiene que ver con las pensiones, otro tiene que ver con el subsidio y las ayudas por desempleo y otro tiene que ver con… con… con… Perdonen me he quedado en blanco». No obstante, en ocasiones no es cuestión de saber comunicar, sino que, simplemente, no se puede o no se quiere comunicar. ¿Por qué las comparecencias públicas a través de plasma o las ruedas de prensa sin preguntas? ¿Para evitar espectáculos como el de los «finiquitos en diferido en forma de simulación»? Mientras unos no saben lo que dicen, haciendo las veces de tonto útil afirmando, por ejemplo, que «los salarios no están bajando, sino moderando su subida», otros no dicen lo que saben. Necesitamos más transparencia y más coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Sólo así se ganará credibilidad primero y confianza después.

¿Qué partido crees que comunica mejor y cuál peor? Tradicionalmente a la izquierda se le ha atribuido una mejor competencia comunicativa que a la derecha. Desde el punto de vista formal, estos días hemos asistido a un buen ejemplo con el debate entre Arias Cañete y Valenciano. Si el candidato popular lo hizo mal el día D, pero lo hizo el D+1 con sus declaraciones en el programa de Susana Griso. Y es que, en ocasiones, las cosas son lo que parecen. No obstante, si nos sumergimos en el fondo comunicativo, las propuestas progresistas basadas en el tótem «Nosotros Iguales» disponen de un mensaje más permeable para un espectro sociológico más amplio. En cambio y especialmente en contextos de crisis económica como el actual, las propuestas conservadoras basadas en el mantra «Yo Libre» tienen un target natural más restringido. En estos momentos y si es sincero, el marco de encuadre liberal para moldear la opinión pública resulta menos atractivo. En términos de Análisis Transaccional, como el de Lakoff, el Padre Estricto de los conservadores, erigido sobre valores como orden, rigor disciplina, libertad o autoridad, precisa, para fluir a nivel relacional, de un Niño Sumiso acongojado por el miedo. Y hoy, nuestro electorado, especialmente el abstencionista, está instalado en el Niño Rebelde activado por la ira. Cuando el 25% de los niños españoles están malnutridos o cuando cada tres minutos cae un niño víctima de la pobreza que cena bocatas mágicos de pan con pan para imaginarse lo que lleva dentro, los mensajes liberales tendentes al repliegue del Estado están en desventaja frente al Padre Protector socialdemócrata que ofrece solidaridad, igualdad, tolerancia o consenso.

Gutiérrez-Rubí, el especialista en comunicación política, en una última entrevista dijo que «El que pierda en las redes, perderá en las urnas». ¿Qué opina de tal afirmación? Recientemente, en el V Seminario #Politica2pto0 organizado por AVAPOL y la Universitat de Valencia, José Luís Sanchís afirmaba que «en todas las campañas se rifan el 4% de los votos». Teniendo en cuenta que, como afirman muchos analistas, entre ellos Luís Arroyo, en cada cita electoral el voto flotante se sitúa en torno al 20%, a medio y largo plazo, las RRSS serán un factor crítico de excelencia electoral. No tanto para captar votos del adversario, sino para recuperar el de antiguos votantes, el de indecisos o para movilizar a activistas, tal y como plantea Xavier Peytibí. Probablemente, quién pierda mañana en las RRSS, perderá las elecciones. Sin embargo, hoy por hoy, las elecciones aún no se ganan en los Social Media, aunque sí pueden perderse. Conscientes de ello, nuestros principales líderes políticos a nivel nacional [Rajoy, Rubalcaba, Cayo Lara, Rosa Díez y Durán i Lleida] vienen desarrollando estrategias de Branding Político 2.0 desde ya hace tiempo. Un estudio que realizamos en openKRATIA a finales de 2012 para evaluar su eficiencia de uso de las RRSS [NetKRATOS©] puso de manifiesto que el 80% de sus recursos TIC son perfiles digitales en RRSS. No obstante, hoy, la relevancia electoral de las RRSS es relativa. Entre otros, por cuatro motivos: la preeminencia de los medios de comunicación tradicionales, la brecha digital, la desafección digital hacia la Política  y el uso que los actores políticos hacen de las RRSS. ¿Sabían que, mientras Facebook y Twitter promedian conjuntamente en España un consumo diario de  10’/usuario, el de la televisión es de 240’/telespectador? ¿O que a los políticos citados, que lideran el 93% de nuestra representación parlamentaria, les siguen tan sólo el 1% de los usuarios españoles de Facebook o el 11% de los de Twitter, cifras que, a  su vez, equivalen al 3% del cuerpo electoral? ¿O que el 93% de sus amigos en Facebook no hablan de ellos en sus conversaciones?

¿Piensa que hay cantera política joven independientemente del partido? Sin duda. Y un buen ejemplo lo tenemos en los movimientos sociales, los cuales, con frecuencia, aglutinan verdadero Talento Cívico orientado a organizarse políticamente al margen de los partidos políticos. Pero esta cantera política hay que saber captarla, retenerla y desarrollarla para que los partidos políticos sean organizaciones capaces de priorizar problemas, solucionarlos, liderar el cambio y competir electoralmente. De lo contrario, se corre el riesgo de que comparezca una Ministra de Sanidad hablando de «diabetes» o que se pierdan los discos duros de la sede central de un partido político con responsabilidades de Gobierno. Si la organización de un partido político sólo gravita alrededor de sus cuadros y cargos electos, anula sí o sí las posibilidades de innovación y cambio social. Si no somos capaces de cambiar este paradigma de partido, estaremos anulando el talento de la cantera política. Génova o Ferraz continuarán fagocitando las propuestas bottom-up de necesaria innovación que plantee esa cantera política. Además de por su talento individual, Iniesta ha logrado la excelencia en el campo porque ha existido una Masía encargada de captarlo, retenerlo y, sobretodo, desarrollarlo en el entorno de un talento mayor: el colectivo. Nuestros líderes políticos, más que generar seguidores, deben generar líderes que potencien exponencialmente la viralidad de sus visiones estratégicas. Desde su talento individual, Iniesta lideró en el campo la visión colectiva liderada por Guardiola desde el banquillo y por Laporta desde los despachos. Necesitamos líderes de líderes que conviertan los partidos políticos en Organizaciones Inteligentes capaces de metabolizar la Inteligencia Colectiva de las personas que lo conforman, incluida, por supuesto, su cantera política. Y esto sólo se consigue desde un disenso constructivo y abierto, nunca desde el consenso cerrado y obediente al que los políticos de cuna se ven abocados para lograr escalar posiciones en las listas electorales de turno. En cualquier organización, los profesionales no son patrimonio de los líderes, sino un activo de la organización. Cualquier profesional debe trabajar para la organización con el líder y no para el líder en la organización.

¿Qué opina del discurso de la regeneración política? ¿Está claro a qué se refiere? Creo que es un discurso necesario, aunque insuficiente por el modo en que se ha planteado hasta ahora. No hemos conseguido superar un discurso meramente retórico y ambiguo, que no se ha traducido en verdadero cambio. Es una especie de mantra oportunista del que todos hablan, pero, en el mejor de los casos, sin ir más allá de fórmulas cosméticas. El discurso de regeneración emergente en la sociedad española evidencia la crisis de nuestra democracia no-representativa y la necesidad de una democracia de lo común y de una reconquista del espacio político. Su qué es la recuperación de la legitimidad democràtica y su quién son los actores políticos individuales, colectivos e institucionales, los cuales deberían aprender a gestionar la confianza ciudadana. Hoy más que nunca, la Política se juega en el mercado de las emociones y no tanto en el de las ideas. Necesitamos actores políticos que confluyan e influyan en la ciudadanía para activarla y convertirla en hacedora política. Mark Twain decía que «había tenido muchos problemas, algunos de ellos reales». Si fuese un político en la España de 2014, sin duda, se ocuparía de la regeneración política.

La imagen y la confianza que tienen los ciudadanos de los políticos está por los suelos. ¿Qué consejos u opinión tiene para poderla mejorar? Más que aconsejar, prefiero proponer dos iniciativas concretas: un nuevo modo de gestionar el Factor Humano en Política y una gestión pública transparente.

Como comentaba antes, transpiramos desafección hacia lo político y desconfianza hacia los políticos. Necesitamos una Política confiable. Como las causas de esta democracia de baja intensidad son múltiples, las soluciones también lo son. Uno de los factores que más y mejor pueden coadyuvar al logro de esta Política confiable es el factor humano: gestionar y desarrollar el talento político disponible desde un nuevo paradigma. ¿Cómo? Trabajando individualmente [actor político], corporativamente [partido político] y a nivel de líderes políticos, correa de transmisión de las dos primeras dimensiones. La clave no sólo está en disponer de talentos individuales, sino también en saber gestionarlos colectivamente. Desde openKRATIA proponemos desarrollar el Talento Político Individual [BeOK©] y el Corporativo [IntelKRATOS©].

Por otra parte y partiendo del oGov como hábitat necesario para esta Política confiable, mi segunda propuesta apunta hacia una gestión pública transparente: la transparencia debe ser un eje fundamental de cualquier acción política. La confianza y la credibilidad sólo podrá recobrarse visibilizando las decisiones públicas y permitiendo que sean observadas por la ciudadanía, ante la que se debe rendir cuentas de la gestión encomendada. En este contexto, quiero destacar el Sistema Español de Acreditación en Transparencia [SIESTRA] desarrollado por la Asociación Española de Acreditación de la Transparencia [ACREDITRA]. Abriendo la Administración Pública a los ciudadanos, constituye una inmejorable oportunidad en términos de  confianza, legitimidad y eficiencia. Además de suponer una adaptación a la nueva legislación, incluye un modelo de acreditación que supone un plus de credibilidad, objetividad y legitimidad en la rendición de cuentas. 

¿Hay confianza en los medios de comunicación? Depende. Si hablamos de los mainstream media, creo que no. Jardiel Poncela dijo que «los periódicos sólo publican dos verdades: el precio y la  fecha... Y al día siguiente desmienten una de ellas». Si analizamos el sistema de propiedad de nuestros conglomerados mediáticos, vemos que unas pocas personas controlan la mayoría de los medios: sólo el Grupo PRISA posee más de 400 emisoras de radio. En una democracia mediática, los efectos de esta concentración de poder no son positivos: sólo llega a ser importante aquello que antes lo es para los medios y en los medios. El frame en el que la ciudadanía interpreta la Política depende de las portadas de las grandes cabeceras, de las aperturas de los informativos o de los contenidos de las tertulias radiofónicas. Esto hace que opinión pública y publicada se confundan porque, abandonando su rol de intermediaros independientes de información, los media generan opinión parcial y dependiente. De forma natural, imponen su encuadre. Como resultado de la alianza tácita Poder Político-Media para comunicar lo que interesa de la que habla Chomsky, los media establecen lo noticiado de entre lo noticiable y deciden qué excluir de los quioscos. En definitiva, la Política mediática que conoce la ciudadanía no es la Política en sí, sino una visión sesgada.

Pero si hablamos de los grassroot media, la situación es más alentadora. La auto-comunicación de masas que permite Internet actúa, con la posología adecuada, como eficaz antibiótico contra esta infección de la editorial única. Hoy, Internet y las RRSS ya definen también los discursos que proporcionan pertinencia, coherencia y significado. Hoy, permiten la difusión de contenidos generados por la ciudadanía y por tanto, su diversificación. Sin embargo, la extraordinaria oferta [infoxicadora] de contenidos digitales acaba devaluándolos. Por ello, el nuevo valor consiste en filtrar y agregar contenidos y no tanto en generarlos. En todo caso, es un tema de vital importancia porque el modo en cómo se conforma la opinión pública condiciona directamente el funcionamiento democrático.

¿Qué opinión tiene de iniciativas como la AVCP que trabajan y estudian la Política desde el ámbito de la comunicación, la estrategia o el Marketing? Excelente. Os felicito por la encomiable tarea que desempañáis en el ámbito de la investigación, análisis y apoyo de los procesos democráticos y electorales en la Comunitat Valenciana. Además, lo hacéis desde una necesaria y enriquecedora perspectiva interdisciplinaria en la que agrupáis a profesionales procedentes de muy diversos ámbitos de conocimiento, desde las Ciencias de la Información, hasta la Ciencia Política pasando por las Nuevas Tecnologías y otras disciplinas sociales afines. Destacaría vuestro trabajo para reconocer el protagonismo que debe tener el Asesoramiento y la Comunicación Política como disciplinas con identidad propia. Por último y no por ello menos importante, quiero subrayar vuestra vocación hacia el ejercicio independiente de la Consultoría Política, al margen de afiliaciones políticas. ¡Enhorabuena!


¿Algo a destacar para nuestros lectores? La Lingüística nos dice que con el lenguaje construimos nuestra realidad, que con las palabras edificamos nuestros marcos de actuación. Pues bien, la RAE no introdujo la entrada «Politología» en su diccionario hasta 1989. Hace tan sólo 25 años no disponíamos de una palabra oficial para referirnos a nuestra disciplina de conocimiento y, a la vez, pasión compartida. Nos queda mucho por aprender, mucho por compartir y más por construir. Muchas gracias a vuestros lectores por su tiempo y por su interés por la AVCP. Y muchas gracias a la AVCP por vuestra invitación. ¡Un saludo para todos!