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COMUNICACIÓN POLÍTICA RESONANTE: HACIA EL ACTOR POLÍTICO COMUNICADO

«Sé que cree comprender lo que piensa que he dicho, pero no sé si recuerda que lo que ha oído no es lo que yo quería decir». ¿Por qué se produce esta cadena de disonancias comunicacionales? Porque lo que se quiso decir no es lo que se dijo; lo dicho no es lo que se oyó; lo oído no es lo que se escuchó; lo escuchado no es lo que se entendió; lo entendido no es lo que se retuvo y lo retenido no es lo que se aplicó. Esta tendencia congénita hacia la no-comunicación, frecuente en lo privado, se amplifica en lo público: el actor político interactúa con una amplia gama de interlocutores, canales y contextos que implican un amplio catálogo de barreras comunicacionales. Toda Comunicación Política tiene dos elementos comunes que incrementan su complejidad: (a) La necesidad de transmitir un mensaje resonante que elimine el gap entre el mensaje intencional codificado y el mensaje interpretado decodificado; y (b) El actor político argumenta lo opinable, persuade desde la Dialéctica (arte de dialogar argumentando) y la Retórica (arte del bien decir elocuente). Ubicado en la deliberación, no argumenta lo evidente, sino lo verosímil, lo plausible. Con su discurso, persuade para lograr la adhesión del receptor a las tesis presentadas para su asentimiento. Desde esta premisa, la Comunicación Política es la herramienta clave del actor político. Pero, ¿qué condiciones debe reunir para ser resonante? Estimular, movilizar y vincular la voluntad del Otro Político desde la atracción de un tono emocional no disonante y en un clima relacional positivo, favorable para la acción cooperativa en pro de un objetivo común. En definitiva, ser un referente preferente desde la diferencia deferente.  


Objetivos de la Comunicación Política Resonante como Competencia Política (según BeOK© Modelo de Competencia Política desarrollado por Jorge GUERRERO GARCÍA, 2012)

Para ser resonante, el actor político comunicado debe ser deferente, mostrarse respetuoso y (re)conocer al Otro Político desde una asertividad empática fundamentada en una sintonía simpática; desde una comprensión tolerante por la que se acerque a la subjetividad del Otro Político, aprehendiendo su cosmovisión desde su cosmoposición, experimentando su pensar/sentir para comprenderlo. Ser deferente exige saber que todo comunica y que lo que no se comunica, no existe: (a) Dado que todo comportamiento del actor político comunica y no existe el no comportamiento, es imposible no comunicar; y (b) Dado que al comunicarse, el actor político se expresa (y por tanto, intercambia sólo lo emitido), lo no expresado es silencio: la parte del actor político no comunicada no existe. ¿Barrera Comunicacional? Indiferencia del receptor cuando lo que se hace habla tan alto que no se oye lo que se dice.


A la izquierda, José Blanco durante la tercera reunión de alto nivel hispano-turca celebrada en Ankara y en la que se abordaron inversiones de multinacionales españolas en Turquía (Fuente: www.antena3.com  07-09-2011). A la derecha, el exMinistro de Fomento y exPortavoz del Gobierno de España durante la segunda Legislatura de Rodríguez Zapatero durante el Debate sobre el Estado de la Nación del pasado año (Fuente: www.abc.es 28-06-2011).

Para ser resonante, el actor político comunicado debe ser diferente, mostrando una singularidad auténtica e innovadora, reconocible y reconocida, notoria y memorable. ¿Cómo? Siendo competente en las dos modalidades comunicacionales (digital-verbal y analógica-no verbal), siendo competente en lo que dice y en cómo lo dice. Mientras lo verbal define el contenido (significado de las palabras), lo no verbal define lo relacional (cómo el actor político proyecta su relación con el receptor, cómo aquél quiere ser entendido y cómo éste va a entender el mensaje). Y esto afecta al actor político… y a su entorno. Según diseñadores y estilistas, mientras Ann Romney, con el uniforme de diplomática de carrera que su clase social parece imponerle y su peinado de Barbie americana, representa la «ama de casa, esposa, madre y abuela» de clase alta que sólo satisface al Tea Party, Mrs. O, congruente con la filosofía demócrata, aparece como una profesional moderna, segura de sí misma y sin complejos, ejemplo para mujeres de muchas condiciones sociales. ¿Impacto en nuestra política hipermediatizada? Durante la media hora que se tardó en averiguar la firma del vestido con que apareció Michelle Obama en la convención demócrata se generaron… ¡28.000 tweets por minuto!

A la izquierda, Mrs. O durante su discurso en la Convención Demócrata celebrada el pasado 4 de Septiembre en Charlotte. A la derecha, Ann Romney durante su intervención en la Convención Republicana celebrada en Tampa el pasado 28 de Agosto (Fuente: www.theatlanticware.com  05-09-2011). Mientras aquélla aparece a menudo con prendas sin mangas, ésta cumple la premisa conservadora de no mostrar los brazos: ¿Nos sentimos mal con nuestros brazos como escribía recientemente Joyce Purnick en The New York Times?

Para ser resonante, el actor político comunicado debe ser referente, constituyéndose como modelo trasparente, reproducible, imitable y relevante en su mercado político. ¿Cómo? Puntuando semánticamente la secuencia de los hechos comunicados del mismo modo que el Otro Político. Si lo hace de modo diferente (desde un patrón comunicacional de causa-efecto) la escalada simétrica está servida. Al contrario, si se comunican desde una hermenéutica común (desde un patrón comunicacional cíclico en el que ambos modulan el intercambio) mensaje intencional y mensaje aplicado se unifican. Es esta sintonización de la realidad la que crea el marco de referencia que, superando la disonancia, configura un sistema comunicacional resonante. ¿Barrera Comunicacional? Desconfianza generada por una empatía falseada entre las dobleces de diferentes interpretaciones de la realidad. Porque el lenguaje construye socialmente la realidad, las cosas existen en función de cómo son nombradas: la construcción de relatos, además de expresar pensamiento político, lo forma. Para evitar que la ciudadanía experimente una realidad disonante con el mensaje institucional recibido, ser referente exige una dialéctica efectiva de políticas públicas y no una retórica edulcorada del discurso: hablar de crisis, rescate y recortes y no de crecimiento económico negativo, apoyo europeo o reformas y ajustes. Evitar desahucios, despidos colectivos, copagos sanitarios, subidas de impuestos y empobrecimiento en lugar de tolerar activos tóxicos, expedientes de regulación de empleo, tiques moderadores sanitarios, recargos temporales de solidaridad o devaluación competitiva de salarios.
Por último, para ser resonante el actor político comunicado debe ser preferente, constituyéndose en alternativa política de valor, congruente, prioritaria entre las disponibles, acreedora de la confianza del Otro Político. ¿Cómo? Tendiendo a establecer intercambios comunicacionales simétricos (basados en la interacción entre iguales legítimos con distinto rol político) y no complementarios (basados en la diferencia, en el dominio consentido del actor político desde la pasividad de un electorado en proceso de indefensión aprendida). ¿Barrera Comunicacional? Esperar un interacción comunicativa complementaria y recibirla simétrica. ¿Solución? Desde la coherencia entre lo pensado, lo dicho y lo hecho, arbitrar verdaderos procesos de escucha activa e interacción con el ciudadano que sirvan como termómetro de los biorritmos de la opinión pública y en los que no ha lugar el Bubble Shooter Adventures mientras se solicita un rescate financiero a la UE. En definitiva, una Nueva Política Confiable necesita una Comunicación Política Resonante y ésta una Política Resonante Comunicable.

Tweet (10-06-2012) de Fátima Báñez, Ministra de Empleo y Seguridad Social con la mayor tasa de desempleo de Europa. Después, eliminación del mensaje y justificación en forma de «travesura infantil». Ni rastro de una disculpa (Fuente: www.noticiasdenavarra.com 10-06-2012).

Este artículo ha sido publicado en la Revista NUEVA POLÍTICA.net (Vol. 2, Edición Núm. 14, Págs. 60-61, ISSN 2256-3172) editada por la Escuela de Gobierno Tomás Moro (www.nuevapolitica.net).