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TRABAJO POLÍTICO EN EQUIPO: 2 + 2 = 5 Y EQUIPOS RSD (RESULTADOS-SATISFACCIÓN-DESARROLLO)

Cuando cuatro personas tiran de una cuerda, en lugar de cuadriplicar la fuerza ejercida por cada una de ellas, apenas la duplican. Y cuando se trata de ocho personas, la ratio desciende por debajo del 25% del esfuerzo individual. Y es que, al decir de algunos, el trabajo en equipo es esencial porque… ¡siempre permite culpar a otro! 

A la vista de las reacciones institucionales de los partidos políticos ante los casos de corrupción y fraude que les salpican, este planteamiento parece resultar aplicable a la Vieja Política conocida hasta la fecha. No obstante y dado que ponerse de perfil no contribuye a soluciona ni mejorar, una Nueva Política Confiable debería erradicar el planteamiento constatado empíricamente por el efecto Ringelmann, sustituyéndolo por aquél otro que ubique el trabajo político en equipo en el núcleo del rendimiento político corporativo y, con ello, se permita la creación y desarrollo de Equipos de Trabajo de Alto Rendimiento [ETAR]. Y, en la medida que trabajar en Política es hacerlo en equipo, dada la creciente e ineludible interdependencia de los actuales procesos de actuación política, la relevancia de la cuestión no es menor. O, al menos, así parecen constatarlo los millones de integrantes movilizados por la maquinaria electoral demócrata liderada por Axelrod & Messina que, desde La Cueva, permitió a Obama detectar con precisión, sentado en la Roosevelt Room, a 29.000 electores indecisos que finalmente inclinarían la balanza de un Swing State clave como Ohio. 


Pero, ¿cuáles son las claves de funcionamiento que singularizan a un ETAR como tal en el ámbito político? Básicamente y como tipo ideal weberiano, pueden resumirse en 4Cs: cooptación, colaboración, cooperación y coordinación. Dotando al equipo político de autonomía y fomentando su responsabilización, la cooptación dotaría al grupo [aún no equipo] de un sistema de organización mediante el que los actores políticos asociados designarían internamente a sus miembros con independencia de criterios externos. El grupo de actores políticos así conformado, debería observar en su funcionamiento ordinario los principios de colaboración y cooperación. ¿Diferencia? Mientras los once jugadores de un equipo de fútbol colaboran para ganar el partido, portero y defensas cooperan para no encajar goles y los delanteros para marcarlos. Efectivamente, la distinción radica en la amplitud de los objetivos compartidos, toda vez que éstos forman parte de un (macro)objetivo común compartido y comunicado. Pero en Política, como deporte de contacto que se juega en equipo, el talento del delantero marca el gol de la victoria y el del portero evita el de la derrota. Y esta coordinación orienta al (ya) equipo hacia el make things happen que identifica oportunidades de actuación política y organiza los recursos para accionarlas. ¿Qué resultado se obtiene con estas 4 Cs? 

Esencialmente una visión compartida [hacia dónde] facilitadora de la cohesión suficiente para transformar en equipo político lo que inicialmente era un grupo de actores políticos. No obstante, esta visión compartida debe acompañarse de una estrategia [por dónde] adecuada que permita aprovechar las posibles sinergias sistémicas, en virtud de las que dos más dos pueden ser cinco: logrando que el todo resultante adquiera un valor superior al de la mera suma de sus partes componentes. Y en este puzzle del Political Team Building es ahora cuando adviene la pieza del líderazgo político, cuya principal función debe consistir en evitar que la fuerza de los actores políticos que estén tirando de la cuerda no se diluya a causa de una inadecuada confluencia de roles. Así pues, deberá gestionar el equipo político de trabajo en la dirección de clarificar roles, garantizar su aceptación y potenciar su cumplimiento, aumentando las probabilidades de evitar un aprendizaje acumulativo [2+2+2=6] y favorecer un aprendizaje asociativo [2+2+2=9]. La fluencia, influencia y confluencia de la praxis política de los actores políticos exige diseñar, comunicar y gestionar un Mapa de Roles que, consensuando percepciones, ex-traiga el mínimo común múltiplo de las opiniones del equipo, conduciéndole al consenso. En este contexto de trabajo convendría un líder político que ante lo que salga mal entone un «yo lo hice», un «nosotros lo hicimos» cuando salga bien y un «ustedes lo hicieron» cuando lo hecho sea excelente. 

Un equipo político de trabajo así gestionado tenderá a constituir un Equipo RSD, un equipo caracterizado por lograr Resultados obteniendo la Satisfacción de sus integrantes y el Desarrollo de los mismos, formando un Círculo Virtuoso retroalimentado y generador de eficiencia. El primer elemento de la triada [Resultados] se deriva del hecho que el trabajo en equipo es el combustible del vehículo del logro porque la división del trabajo permite multiplicar los resultados obtenidos. El segundo vértice [Satisfacción], en parte, consecuencia del anterior, permite evitar ese 20% de brain escape que existe debido a la incapacidad de ganar la voluntad de los colaboradores. No hay personas sin motivación, sólo actores políticos sin ella: nadie es apático salvo cuando persigue objetivos ajenos. ¿Cuáles son sus intereses? Logro, poder y pertenencia. ¿Y sus incentivos? Mejorar, decidir y vincularse. ¿Cómo vincular éstos con aquéllos? Dirigiendo racionalmente y liderando afectivamente. Como afirma el profesor Fernández Aguado, el mayor fuego enemigo de una organización siempre es el fuego amigo. Justamente el «cuerpo a tierra que vienen los nuestros» de Pío Cabanillas en tiempos de la transición española en la que la UCD liderada por Suárez padecía los devastadores efectos de la fractura corporativa de un partido que nunca logró ser más que una coalición electoral stricto sensu. De hecho y como promedio, el knowledge partner sólo entrega el 20% de su potencial de rendimiento. Lo que impide entregar el 80% restante es atribuible a la incompetencia percibida del superior jerárquico. Así pues y respecto al tercer y último elemento señalado [Desarrrollo], se constata la necesidad que todo integrante de un equipo político de trabajo tiene de crecer como consecuencia de su pertenencia al mismo. Y es que, en un ETAR, «nadie de nosotros es más importante que el resto de nosotros», haciendo buena la leyenda que daba la bienvenida a quien accedía al vestuario local del antiguo Boston Garden: «Las estrellas ganan partidos… y los equipos campeonatos».

INTELIGENCIA POLÍTICA 5.0: PENSAR, EMOCIONAR, CREAR, EJECUTAR Y COMPARTIR PARA HACER UNA NUEVA POLÍTICA CONFIABLE

«El sabio hace concepto de todo» «Más consigue una medianía con aplicación que una superioridad sin ella» «Tan necesario es tener estudiados los libros como las personas» «De nada vale que el entendimiento se adelante si el corazón se queda» «¿De qué sirve el saber si no es práctico?» «No basta la sustancia, se requiere también la circunstancia». Estos aforismos de Baltasar Gracián nos hablan, a modo de botiquín espiritual para tiempos turbulentos como los actuales, de algunas variables relacionadas con la Inteligencia Política 5.0, competencia de fluencia del actor político que inicia nuestro Dossier de Desarrollo del Talento Político.
El Coaching Político muestra como, para el actor político, la praxis política debe constituir una experiencia óptima que fomente su fluencia, entendida en el sentido dado a ésta por Csíkszentmihályi: un estado de motivación intrínseca y compromiso lo suficientemente alto como para que resulte satisfactoria a pesar de sus costes. El placer de hacer política como motivo para hacerla. Sólo así, el actor político logrará la a-fluencia de adhesiones y la in-fluencia sobre sus grupos de interés, con-fluyendo con su partido político. Por tanto, la Política como experiencia de flujo es una vivencia en la que conocer, sentir, emocionar, crear, hacer y compartir se integran armónicamente en la praxis política. Así pues, la Inteligencia Política incluye cinco facetas básicas: cognitiva, emocional, creativa, ejecutiva y socionómica (Figura 1).  
Gracias a su Inteligencia Cognitiva, ante la serie 2-4-6-8… el actor político la completa con el número 10. Es un problema teórico resoluble cuando se conoce la solución. Es la faceta de la inteligencia política relativa al pensar y que opera con razonamientos destinados a comprender información para resolver problemas abstractos. ¿Un CI elevado garantiza un rendimiento político excelente? No. Siendo necesaria, esta faceta de la inteligencia no es suficiente. Además de prácticos, los problemas políticos son problemas sociales que implican gestionar personas y grupos.
Dado que corazón y sentir conviven con razón y pensar, las emociones complementan el mapa de la Inteligencia Política, instalándola en otro ámbito distinto al cognitivo: la afectividad. Y el corazón es la memoria que no olvida: el carácter irascible  de Brown ante el electorado británico fue una de las razones que propició la victoria tory de Cameron en 2010. La Inteligencia Emocional del actor político determina su capacidad para establecer relaciones políticas constructivas dentro y fuera del partido político que incremente el valor-utilidad percibido por el Otro Político. ¿Cómo? Mediante su capacidad de autoconocimiento, autocontrol, automotivación, empatía y asertividad. Si pretende aglutinar adhesiones, implicar, motivar, comprometer, es indispensable que el actor político: (a) Conozca y re-conozca sus propias emociones; (b) Las regule adecuadamente; (c) Controle la propia motivación para poner sus emociones al servicio de sus objetivos; (d) Re-conozca las emociones del Otro Político; y (e) Regule emocionalmente sus relaciones con el Otro Político. «No os dirijáis a su cabeza, sino a su corazón». Estas palabras de Nelson Mandela inician el relato de John Carlin acerca de cómo del Nosotros Blanco y del Nosotros Negro se pasó al Nosotros Surafricano.
El actor político piensa, siente y emociona al Otro Político. Pero, ¿qué genera con todo ello? Ideas. Adecuadamente combinados, lo cognitivo y lo emocional configuran la Inteligencia Creativa del actor político, generadora de propuestas innovadoras de acción política y/o programas de gobierno. Pero, ¿por qué entonces muchos programas de políticas públicas excelentes a priori no logran los resultados esperados? Porque las ideas intangibles deben traducirse en realidad tangible pasando a la acción, haciendo o haciendo hacer.
Los problemas prácticos (por tanto, los políticos) no se resuelven al conocer las soluciones, sino al aplicarlas. Así pues, las acciones constituyen un cuarto nivel de la Inteligencia Política sustancialmente distinto a los anteriores: el operativo. Se trata de la faceta relativa a la Inteligencia Ejecutiva, una inteligencia práctica que dirige el comportamiento político integrando las tres competencias para la acción: elegir metas, elaborar los proyectos que conduzcan eficazmente a ellas y ejecutarlos. Es la inteligencia que decide y resuelve: ordena y selecciona los proyectos provenientes de la Inteligencia Creativa, definiendo después las tareas a realizar para desarrollarlos. Es la inteligencia que hace efectivas las inteligencias cognitiva y emocional: dirige lo pensado, sentido y creado para transitar exitosamente de lo proyectado a lo realizado. Inhibición de los impulsos políticamente disruptivos, deliberación, decisión y resiliencia son cuatro de los factores clave que conducirán al actor político a un adecuado nivel de Inteligencia Ejecutiva.
Pero la Política es un deporte de equipo que ha dejado de jugarse exclusivamente en las agrupaciones territoriales de los partidos políticos. Si no se adapta, el futuro del actor  político analógico en nuestra sociedad digital es más que incierto. Hoy, buena parte de la Política es en red y en la Red. Se trata de un nuevo ecosistema político que comparte, integra, coopera y colabora con una ciudadanía digital conectada y crowdcrática. En este contexto, la Inteligencia Socionómica del actor político le permite interactuar virtualmente con sus grupos de interés para gestionar con eficiencia los recursos sociales 2.0 disponibles. Y este sharismo está dibujando una e-poliarquía con la que debe interactuarse adecuadamente. Duplicando las logradas por McCain, durante su campaña presidencial de 2008, Obama consiguió donaciones por valor de 750 M$, el 67% de las cuales se canalizaron vía internet. MBO.com registró 13 millones de direcciones de correo electrónico, 2 millones de perfiles y 35.000 grupos de voluntarios. Los 2.000 videos de YouTube lograron 20 millones de visualizaciones y Facebook registró 3,2 millones de amigos. Hoy, nuevamente en campaña, su perfil cuenta con… ¡29 millones de amigos! Este capital social constituye una Inteligencia Política Colectiva inclusiva, distribuida, simbiótica, valorizada constantemente y coordinada en tiempo real. Una inteligencia resultado de la suma de todas las inteligencias individuales, un cerebro compartido. Una SA en la que cada accionista-prosumer aporta como capital sus capacidades de aprender y enseñar. Ante esta realidad, actor político y partido político deben ser permeables para crear Organizaciones Políticas Inteligentes, capaces de metabolizar sinérgicamente esta Inteligencia Política Colectiva.
Por cierto: ¿Qué tres cifras completan esta serie? 0-5-4-2-9-8-6-?-?-? @openkratia.

FIGURA 1. Facetas de la Inteligencia Política 5.0 como Competencia Política
(según BeOK© Modelo de Competencia Política desarrollado por Jorge GUERRERO GARCÍA, 2012)

Este artículo ha sido publicado en la Revista NUEVA POLÍTICA.net (Vol. 2, Edición Núm. 13, Págs. 71-72, ISSN 2256-3172) editada por la Escuela de Gobierno Tomás Moro (www.nuevapolitica.net).

DESARROLLO DEL TALENTO POLÍTICO PARA UNA NUEVA POLÍTICA CONFIABLE

Política y confianza han conformado un binomio indisoluble a lo largo de la historia. El Senado romano conservaba sus tratados estatales con países extranjeros en el templo de Fides, diosa de la confianza en la mitología romana. Venerada como Fides Publica Populi Romani («lealtad hacia el Estado romano»), era invocada para que inspirara relaciones políticas fundamentadas en la lealtad. Andando el tiempo no obstante, este binomio entre Política y confianza ha perdido su vigencia. Un denominador común en muchos de los actuales sistemas democráticos es la desafección ciudadana hacia lo político y la desconfianza hacia los políticos. La clase política, lejos de ser la solución, es, demoscópicamente, uno de los principales problemas. 

Si, como plantea Anthony Giddens, las sociedades son y se hacen simultáneamente, se constituyen, estos datos muestran un preocupante contexto de fractura entre lo social y lo político, haciendo urgente una Nueva Política Confiable. Dado que las causas de estas democracias de baja intensidad son múltiples y variadas, las soluciones para revertirlas en democracias de alta intensidad son múltiples y variadas. Uno de los factores que pueden coadyuvar más y mejor al logro de una Nueva Política Confiable es el factor humano, gestionando y desarrollando el talento político disponible. 

El factor humano en Política presenta dos dimensiones: una individual (actor político) y otra corporativa (partido político). Entre ambas, su correa de transmisión: el líder político. El Talento Político Individual es la intersección que se produce (o no) entre la acción, la capacidad y el compromiso: lo que se hace, lo que se puede hacer y lo que se quiere hacer. Estas tres variables conforman la Competencia Política. Su impacto positivo sobre el rendimiento del partido político requiere que se convierta en Talento Político Corporativo, proceso de transferencia en el que el Liderazgo Político Facilitador es fundamental. La clave no sólo está en disponer de talentos individuales, sino también en cómo gestionarlos. Así pues, la fórmula que conduce a la excelencia en el baile del Capital Político se expresa en una ecuación con dos elementos: (a) Desarrollo del Talento Político Individual mejorando la Competencia Política de los actores políticos; y (b) Desarrollo del Talento Político Corporativo mediante un Liderazgo Político Facilitador. 

Con el presente artículo se inicia la publicación de un Dossier de Desarrollo del Talento Político compuesto por un total de quince artículos organizados en dos series: (a) Serie BeOK©. Centrada en el Talento Político Individual y la Competencia Política, incluye diez artículos sobre algunas competencias clave para cualquier actor político; y (b) Serie IntelKRATOS©. Centrada en el Talento Político Corporativo y el Liderazgo Político Facilitador, se compone de cinco artículos que analizan habilidades directivas básicas para quienes asumen responsabilidades en la gestión de equipos de trabajo. 

Serie BeOK©: TALENTO POLÍTICO INDIVIDUAL Y COMPETENCIA POLÍTICA. ¿Qué diferencia a un político confiable que logra resultados excelentes de uno que no los alcanza? La Competencia Política. Su arquitectura se estructura en tres dominios básicos: ser, hacer y tener. El actor político confiable lo es en función de lo que hace, binomio que determina los resultados que logra. Sus resultados están determinados por sus acciones y omisiones y éstas, a su vez, dependen de la manera en que el actor político se observa a sí mismo (lo que es) y percibe su entorno político (lo que ve, en función de cómo mira). Estos tres dominios competenciales se estructuran en siete dimensiones relacionadas de forma piramidal, siendo las precedentes condiciones necesarias de las posteriores (Figura 1). 

Esta serie de artículos se centra en la dimensión del Saber Hacer: habilidades, procedimientos y actitudes del actor político que (combinados, coordinados e integrados) se accionan para el desempeño de una praxis política excelente. Manifestándose en un amplio abanico de contextos de acción política, la Competencia Política es la suma agregada de pequeñas competencias políticas observables, evaluables y desarrollables mediante formación. Las diez habilidades analizadas se clasifican en dos categorías: 

(a) Competencias de Fluencia: Inteligencia Política 4.0, Comunicación Política Resonante, Cambio Político y Resiliencia, Negociación Política, Timing y Framing; y 

(b) Competencias de Con-Fluencia: Team Work, InnovAcción Política, Entrepreneurship Político, Benchmarking Político y Networking Político. 


FIGURA 1. Dominios y Dimensiones del Talento Político Individual
(BeOK© Modelo de Competencia Política desarrollado por Jorge GUERRERO GARCÍA, 2012)

Serie IntelKRATOS©: TALENTO POLÍTICO CORPORATIVO Y LIDERAZGO POLÍTICO FACILITADOR. El liderazgo político es un objeto de estudio clave en Ciencia Política. Tradicionalmente se ha focalizado la atención en el rol del líder político como candidato electoral, en su actuación orientada hacia sus clientes externos, potenciales votantes de sus propuestas de acción política. Siendo necesaria esta perspectiva, es preciso complementarla con un análisis del rol del líder político como team builder, en su actuación orientada hacia sus clientes internos, los actores políticos que conforman los equipos de trabajo por él dirigidos. Estudiar el liderazgo político ha significado analizar su identidad (rasgos), su cognición (estilo de pensamiento) y/o su dirección (orientación hacia los demás). Complementando este enfoque, nos centraremos aquí en el rol facilitador del líder político como desarrollador de actores políticos, en aquello que debe hacer para transformar en Talento Político Corporativo los Talentos Políticos Individuales. Como actor político presidenciable y precisamente por serlo y para serlo, el líder político necesita gestionar el talento puesto a su disposición. En su acepción sajona, etimológicamente, liderar significa guiar, indicar o conducir. Como team builder, el líder político lidera con y para el actor político. Lidera facilitando y con-venciendo desde la auctoritas y no venciendo desde la potestas. El Liderazgo Político Facilitador se basa en unas guidelines básicas de actuación dentro de la cadena de valor del partido político (Figura 2), con un necesario correlato respecto de la Competencia Política. 


FIGURA 2. Guidelines de la Cadena de Valor  Managerial en el Talento Político Corporativo
(IntelKRATOS© Modelo de Liderazgo Político Facilitador desarrollado por Jorge GUERRERO GARCÍA, 2012)

Relacionada con los dominios y dimensiones de ésta, la reingeniería del liderazgo político hacia la facilitación conforma la estructura cuatridimensional del rendimiento corporativo de los partidos políticos (Figura 3). 


FIGURA 3. Relación Cuatridimensional entre Talento Político y Rendimiento Político Corporativo (Jorge GUERRERO GARCÍA, 2012) 

El adecuado ejercicio de estas pautas de actuación como team builder requiere de una serie de habilidades en la dirección de personas. Las habilidades analizadas en los cinco artículos que componen la Serie IntelKRATOS© son las Competencias de In-Fluencia: Team Building, Dirección por Valores, Branding 2.0, Storytelling y Oratoria. 

Es mucho el trabajo por hacer para reconvertir la Política en el arte de hacer posible lo necesario. Sin embargo, de nuevo la mitología, ahora la griega, nos invita al optimismo. Elpis, diosa de la esperanza (Spes para los romanos), fue la única diosa buena que, sin abandonar a la Humanidad huyendo al Olimpo, permaneció entre nosotros. ¿La compartimos en la búsqueda de una Nueva Política Confiable?

Este artículo ha sido publicado en la Revista NUEVA POLÍTICA.net (Vol. 2, Edición Núm. 12, Págs. 53-54, ISSN 2256-3172) editada por la Escuela de Gobierno Tomás Moro (www.nuevapolitica.net).