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La CULTURA POLÍTICA

Apuntes para PRUEBA PRESENCIAL Fundamentos de Ciencia Política I
(Grado de Ciencia Política y de la Administración -UNED)



1. DEFINICIÓN DE CULTURA POLÍTICA. El concepto de cultura política…

COMPRENDE el sistema de valores, reglas morales, creencias, expectativas y actitudes compartidas por los miembros de una sociedad con relación al sistema político y al contexto social.

REFLEJA el modo en que las personas piensan y perciben la vida política.

CONSISTE en una serie de actitudes hacia la autoridad, el gobierno y la sociedad ampliamente compartidas por la población de un país.

Tratándose de un fenómeno real de la Psicología Social susceptible de verificación empírica mediante estudios de opinión pública, es una combinación de elementos que, en conjunto, modulan las actitudes de los ciudadanos hacia la política. Aunque muchos países tienen una CULTURA POLÍTICA DOMINANTE (serie de actitudes ampliamente compartidas por las élites políticas y el grueso de la población), el antropólogo R. Linton afirma que casi todos los países integran también una o más subculturas políticas (cultura política que se desvía de la cultura dominante en aspectos cruciales) [1].

Los componentes esenciales de la cultura política son:

(#1) VALORES. ¿Cuáles son las fuentes de los valores políticos?

En algunos casos, las ideas en las que se basa la democracia (libertad individual, igualdad, tolerancia o el bienestar social) son la fuente principal de los valores políticos [2].

El nacionalismo puede ser también una fuente de valores políticos, a través de vínculos afectivos con el país que van desde el patriotismo moderado hasta el hipernacionalismo militante.

A veces, la religión puede constituir en sí misma un valor político. En Estados Unidos, a pesar de la cantidad de religiones que cohabitan, la religión impregna el discurso político. Es impensable que un político pueda acceder a la presidencia de Estados Unidos con un discurso aconfesional. Esta penetración de la religión en la política se asienta sobre unas actitudes sociales muy extendidas. Al contrario, los valores fundamentales de la cultura política en Francia afirman el laicismo como ingrediente propio e irrenunciable y se reivindica la ausencia de la religión en la esfera pública. Las confesiones cristianas (como el catolicismo, el protestantismo y la ortodoxia oriental) han intervenido en la formación de los valores sociales y políticos de muchos países. Por su parte, el confucianismo ha ejercido una profunda influencia en los valores asiáticos de países como China, Taiwán y Singapur que acentúan el respeto a la autoridad y las responsabilidades del individuo para con la comunidad y perciben las nociones occidentales del individualismo y de la libertad de expresión como amenazas para la armonía social y el orden político. El Islam ha influido igualmente en la cultura política de muchas sociedades de Oriente Medio, África y varios países de Asia con sus implicaciones políticas y sociales respecto al papel de la mujer y la responsabilidad del Estado en la aplicación de la ley y las costumbres islámicas. Asimismo el Hinduismo en India y el  Shintoismo en Japón han marcado la forma en que estos países perciben la política.

(#2) NORMAS SOCIALES. Muy relacionadas con los valores políticos y sociales, las normas sociales definen lo que está bien y mal en el contenido de las políticas del gobierno y en la aplicación de la ley.

(#3) CREENCIAS. Las creencias generales sobre la naturaleza de la política también son una parte esencial de la cultura política de un país. Las personas que pertenecen a una determinada cultura pueden percibir que su sistema político es transparente y accesible por lo que en el juego de la política todos tienen opciones de ganar algo. En cambio, desde una cultura política diferente, las personas pueden percibir la política como un ámbito opaco, un coto vedado de élites distantes que exigen obediencia y juegan al favoritismo, como un juego de suma cero en el que los ganadores lo obtienen todo a expensas de los perdedores.

Un elemento central del sistema de creencias políticas de un país es la confianza en el gobierno. Esta confianza está disminuyendo en la mayoría de las democracias consolidadas.

Las creencias sobre la política influyen en las EXPECTATIVAS de la gente sobre cómo funciona sus sistema político. En las democracias más consolidadas, los ciudadanos esperan que se celebren elecciones regularmente. Así mismo, la sociedad alberga la expectativa general de que los políticos y otras élites se atengan estrictamente a la ley y que, si no lo hacen, sufran graves consecuencias.

2. SOCIALIZACIÓN POLÍTICA Y PSICOLOGÍA. La cultura política está compuesta por una serie de valores y actitudes aprendidos y transmitidos mediante el proceso de socialización política: proceso mediante el cual los individuos aprenden el comportamiento político e interiorizan los valores y las actitudes hacia la política predominantes en su entorno. Este proceso se arbitra mediante un agente primario de socialización (la familia) y otros agentes secundarios (escuela, trabajos, fuentes de producción informativa y cultural, asociaciones o las iglesias).

Leon Festinger
Los CULTURISTAS acentúan la influencia de la cultura política como una VI que moldea la conducta. Las actitudes de los ciudadanos están profundamente influidas por las orientaciones culturales de la sociedad en la que estos individuos viven. Desde la Psicología se han proporcionado estudios sobre los procesos cognitivos que se alejan de los supuestos de racionalidad pura.

Th. Adorno caracterizó la Personalidad Antidemócrata en base a una adhesión incondicional a los valores convencionales, una tolerancia baja con la ambigüedad o la incertidumbre y la confianza en la superstición en lugar de la lógica.

L. Festinger describe cómo muchas personas, cuando se enfrentan a una información contraria a sus opiniones, preferencias o inclinaciones, encuentran maneras para ignorar o justificar los mensajes incongruentes con sus disposiciones previas, en lugar de cambiarlas para ajustarlas a los hechos que tienen ante sus ojos. Incluso, evitan información que no encaja con sus creencias.

3. ESTUDIOS SOBRE CULTURA POLÍTICA. Nos centraremos básicamente en 4 aportaciones:

(#1) PLATÓN Y ARISTÓTELES. Concedieron mucha importancia a las actitudes básicas de las personas hacia la autoridad, considerando que algunas de esas actitudes favorecían la democracia y otras eran incompatibles con ella.

Alexis de Tocqueville
(#2) ALEXIS DE TOCQUEVILLE (La Democracia en América, 1835-1840). Analizando la democracia americana, en lugar de hablar de cultura política, hablaba de costumbres o mores (hábitos y comportamientos ampliamente compartidos por la sociedad). Tales costumbres son el estado moral e intelectual íntegro de una persona y sentía especial interés por las costumbres políticas (hábitos del corazón y mentales que intervienen en la formación del comportamiento político). Las costumbres de los americanos se caracterizaban por el amor a la libertad, una actitud propagada por las religiones protestante y católica a través del sistema educativo y la familia. Las experiencias de cooperación social y gobierno a escala local habían ayudado a los ciudadanos a percibir apropiadamente el funcionamiento de la vida política. Estas actitudes eran más importantes que la propia constitución para explicar el éxito de la democracia porque las leyes son inestables cuando carecen del apoyo de las costumbres. Sin unas actitudes y hábitos apropiados, incluso las instituciones democráticas mejor concebidas tienen cimientos poco firmes.

(#3) MAX WEBER. Las instituciones políticas y económicas no pueden concebirse únicamente en sus propios términos. Las actitudes culturales derivadas de fuentes no políticas (religión, familia y las reglas de la lógica) pueden ejercer también una profunda influencia en la realidad económica y política. En concreto, analizó por qué los protestantes tenían una posición económica más ventajosa que los católicos y concluyó que, tradicionalmente, el protestantismo y el catolicismo habían concebido de forma diferente es ascetismo religioso (la vida austera): el protestantismo fomentaba más que el catolicismo la actividad empresarial y la acumulación de riqueza.

Sidney Verba
(#4) G. ALMOND & S. VERBA (La Cultura Cívica, 1963). Estudian la cultura cívica como una forma específica de cultura política supuestamente favorable al funcionamiento de los regímenes democráticos. Tras estudiar la cultura cívica de Estados Unidos, Reino Unido, República Federal Alemana, Italia y México, concluyen que las poblaciones de estos países pueden dividirse en 3 grupos:

(a) PARTICIPANTES. Están informados y tienen percepciones positivas sobre su sistema de gobierno (al que consideran legítimo y merecedor de apoyo), implicándose en otras formas de actividad política.

(b) SÚBDITOS. Disponen de menos conocimiento y apenas se sienten orgullosos de sus instituciones. Raramente votan, pero acatan la ley y respetan a las autoridades.

(c) PROVINCIANOS. Prácticamente no saben nada de política. Su mundo se limita a su pueblo, barrio o parroquia, siendo apáticos y desconfiados con su gobierno y los funcionarios.

Gabriel Almond
Todos los países tienen una mezcla de ciudadanos de cada tipo. Los países difieren en función de la cantidad relativa de cada categoría en proporción a su población total. Plantearon la hipótesis de que la democracia debía ser más estable en los países que disfrutaban de una cultura cívica (es decir, una combinación de cantidades significativas de participantes y súbditos y una cantidad pequeña de provincianos). La democracia no exige que todos sean participantes políticamente activos, sino una mezcla entre participantes y súbditos. Los países que más se aproximaban a esa combinación ideal eran Estados Unidos y Reino Unido. Afirmaron que el éxito de la democracia requería algo más que instituciones y leyes, también requería una cultura política compatible. Las dictaduras se asientan en una base cultural de actitudes de súbditos y provincianos, en la que los participantes políticamente activos constituyen una minoría. Las dictaduras no se sirven exclusivamente de la fuerza para gobernar. Se mantienen porque grandes segmentos de la población comparten ciertas actitudes y creencias que respaldan (o al menos, no cuestionan) el gobierno dictatorial. Por tanto, las actitudes y percepciones importan a la hora de explicar por qué algunos países tienen democracias estables y otros no.

4. DIMENSIONES DEL CONCEPTO DE CULTURA POLÍTICA. Podemos encontrar algunos patrones de actitudes y valores sobre la vida social y política que nos indican el tipo y grado de cultura política de la que participan los ciudadanos de un determinado país. Esencialmente, tenemos 3 categorías (dentro de cada una de las cuales, veremos las dicotomías que forman los extremos de su continuum).


4.1. Actitudes hacia la Autoridad (SUMISO vs. REBELDE). En un extremo, las personas pueden mostrarse sumisas con la autoridad, con una actitud de fatalismo y resignación. En el otro extremo está la rebeldía que rechaza la autoridad e intenta rebelarse contra ella. Pero hay varias posiciones intermedias:

(a) Las personas, sin ser sumisas, pueden ser respetuosas hacia la autoridad (como los súbditos de Almond & Verba). Estas personas respetan voluntariamente la autoridad, pero no pretenden entablar una relación directa con ella.

(b) Las personas pueden ser interactivas con la autoridad, queriendo participar en la toma de decisiones (como los participantes de Almond & Verba).

(c) Hay personas que se sienten alienadas respecto a la autoridad, están descontentas como para mostrarse sumisas o respetuosas.

(d) Finalmente hay personas rebeldes hacia la autoridad y hostiles hacia las instituciones hasta el punto de que emprenden acciones contra ellas, pudiendo manifestar un comportamiento disidente.

Las culturas políticas tradicionales tienen un elevado número de respetuosos y sumisos, de lo contrario peligra el orden público. Las democracias prosperan con una ciudadanía interactiva.

4.2. Actitudes hacia la Sociedad. Estas actitudes pueden recogerse en dos dimensiones:

CONSENSO vs. CONFLICTO. En un extremo están las personas con actitudes muy cooperativas hacia otros individuos y grupos sociales. Son tolerantes, tienen confianza interpersonal y muestran disposición al compromiso. En el otro extremo hallamos actitudes muy conflictivas hacia otros grupos sociales y personas, definidas por baja tolerancia, baja confianza interpersonal y nula propensión al compromiso.

COLECTIVISMO vs. INDIVIDUALISMO. En otro extremo encontramos individualistas más radicales con una mentalidad de cada uno se ocupa de sí mismo. Los defensores del INDIVIDUALISMO ECONÓMICO rechazan la intervención del gobierno y los defensores del INDIVIDUALISO EXPRESIVO creen que todos los individuos tienen derecho a decir lo que quieran y hacer lo que les plazca. Los individualistas radicales sitúan al individuo en el centro de la sociedad. En el extremo opuesto están los colectivistas radicales que, menospreciando los derechos y libertades individuales, ensalzan los derechos y actividades del grupo. Si los individualistas toleran un alto nivel de desigualdad social, los colectivistas radicales aspiran a lograr el máximo de igualdad posible en todas las facetas de la vida social (renta, poder o educación).

Se afirma que la cultura individualista apoya una economía de mercado, mientras que los colectivistas fomentan en mayor medida la intervención del Estado en la economía para promover la igualdad social. La cultura política que apoya los Estados de Bienestar se corresponde con un espacio intermedio: equilibrio entre la libertad del individuo y el bienestar del conjunto de la comunidad.

4.3. Actitudes hacia el Estado (ESTADO PERMISIVO vs. ESTADO INTERVENCIONISTA). En un extremo están los que apoyan un gobierno débil, que concede la máxima libertad al ciudadano. Los permisivos más radicales no desean ninguna intervención del gobierno en la economía, atribuyéndole un papel limitado y controlado en el mantenimiento de la ley, el orden y la seguridad internacional. Se acercan a posturas anarquistas, favorables a la desaparición del Estado. En el otro extremo están los que defienden la máxima intervención estatal en todas las facetas de la vida, incluido el control de la economía y la regulación de los conflictos sociales. Las elites políticas que apoyan este Estado, lo hacen para maximizar sus cuotas de poder sobre la población y la economía. Algunos ciudadanos también apoyan el intervencionismo, para que les proteja de ciertas contingencias (enfermedad, desempleo o crisis económicas). Están dispuestos a renunciar a algunas de sus libertades a cambio de la asistencia del Estado.

En muchas encuestas a distintos países se ha detectado de forma general una disminución de la confianza hacia el Estado, actitud que deja mucho espacio para la existencia de subculturas políticas. Las causas son las siguientes:

(#1) A medida que aumenta la incidencia de factores políticos y económicos exteriores (globalización), los gobiernos nacionales ven disminuir su autonomía para intervenir.

(#2) Creciente percepción de que los líderes políticos han fracasado en su obligación de responder adecuadamente a las expectativas e intereses de la ciudadanía. La corrupción es una manifestación de este fracaso.

(#3)  Excesiva radicalización de la contienda política y la falta de voluntad de compromiso y consenso entre partidos rivales. Se trata de un reflejo del deterioro general del capital social y de la escasa cooperación cívica en muchas democracias actuales.

La cultura política de cada país es una combinación de actitudes en las 4 dimensiones analizadas. Es razonable pensar que algunas combinaciones de actitudes serán más favorables que otras para el desarrollo de una democracia estable:


Las sociedades con un nivel alto de actitudes interactivas hacia la autoridad, un nivel alto de actitudes consensuales hacia la sociedad, un nivel intermedio de individualismo-colectivismo y un apoyo equilibrado a la intervención del Estado, tiende a favorecer el desarrollo de una democracia estable.


Las sociedades con un nivel alto de actitudes rebeldes o alienadas hacia la autoridad, un nivel alto de actitudes sociales conflictivas y de individualismo y un nivel alto de apoyo a un Estado permisivo y débil, tienden a estar implicadas en un conflicto civil constante.


Por último, las sociedades con un nivel alto de sumisión o respeto a la autoridad, un nivel alto de consenso y colectivismo social y un amplio apoyo a un Estado intervencionista, tenderán a corresponderse con Estados no democráticos bastante estables.

5. ¿CAMBIAN LAS CULTURAS POLÍTICAS? Todas las culturas políticas evolucionan y cambian, no son estáticas. En algunos casos, estos cambios se producen lentamente (cada dos o tres generaciones). En otros casos, ocurren más deprisa. Cuando segmentos clave de una generación concreta incorporan actitudes políticas distintas a las de la generación anterior, la cultura de ese país cambia. En la República Federal de Alemania, tras la Segunda Guerra Mundial tan sólo el 50% de la población consideraba la democracia como la mejor forma de gobierno. En 1972, este porcentaje era del 90% de la población.

5.1. Cambios Culturales en las Sociedades Posindustriales y en Vías de Modernización. R. Inglehart (1977) analizó como, a partir de la década de 1960, en Estados Unidos y Europa Occidental, comenzó a producirse un importante cambio en las actitudes de las democracias occidentales, produciéndose un aumento de los defensores de los valores posmaterialistas. En lugar de sentirse motivados principalmente por la necesidad de la seguridad económica, tendieron a implicarse en otras formas de comportamiento político (además del voto) y se mostraron preocupados por cuestiones relativas al bienestar de la comunidad. Recogiendo datos procedentes de 43 países (de la Encuesta Mundial de Valores), este autor encontró evidencia a favor de la Teoría de la Modernización y de la Posmodernización:

Modernización. A medida que las sociedades progresan desde economías principalmente agrícolas hacia la industrialización, las actitudes y los valores cambian. De la supervivencia se pasa a la búsqueda de la mejora económica personal. La seguridad material propia y la riqueza se convierten en la primera prioridad. Mientras las personas persiguen estos objetivos económicos, procuran conseguir más influencia política. En las sociedades premodernas con regímenes no democráticos, la industrialización y los cambios de valores que la acompañan promueven la democracia.

Posmodernización. En las sociedades más avanzadas económicamente de finales del siglo XX, las economías industriales se han convertido en economías posindustriales. El sector servicios ha reemplazado a la industria como fuente económica y de empleo. Las rentas nacionales y personales han aumentado. Un Estado de bienestar consolidado garantiza niveles de vida mínimos para los más desfavorecidos y prestaciones universales para todos. Bajo estas condiciones de prosperidad, la principal prioridad deja de ser la maximización de la riqueza material en interés propio y pasa a ser la maximización de formas no materiales de bienestar personal (p.e. un empleo satisfactorio). Políticamente, estos valores implican menos confianza en el Estado y menor respeto a la autoridad. Se quiere que el Estado intervenga menos, más independencia a la hora de votar, menos ataduras religiosas y mayor apertura hacia los derechos de las minorías (mujeres, homosexuales e infancia). Sorprendentemente, a pesar de su nivel alto de vida, muestran un mayor descontento con sus gobiernos.

Las democracias económicamente avanzadas muestran porcentajes más altos de ciudadanos con valores posmaterialistas. Los países más pobres son los que muestran niveles más bajos de valores posmaterialistas. El contraste entre materialismo y posmaterialismo se ve claramente en los países que experimentan un cambio económico veloz, como es el caso de Japón o Corea del Sur en los que se han producido grandes diferencias intergeneracionales.

Los países atrapados en graves crisis económicas y políticas tienden a alejarse del posmaterialismo. Este autor lo denomina REFLEJO AUTORITARIO. En las sociedades premodernas puede adoptar la forma de fundamentalismo religioso. En los países más industrializados puede generar una preferencia por gobernantes seculares poderosos. Las transformaciones económicas, el cambio político y las actitudes culturales interactúan de forma compleja, lo que genera pautas causales recíprocas.

Samuel Huntington
5.2. ¿Choque de Civilizaciones?  S. Huntington (El Choque de Civilizaciones y Reconfiguración del Orden Mundial) argumenta que la principal fuente de conflicto en el mundo contemporáneo no es económica, ni ideológica, sino cultural y se manifiesta en un choque de civilizaciones. La civilización es el nivel más general de la identidad de una persona y divide el mundo en 7 u 8 grandes civilizaciones: (1) Confuciana; (2) Japonesa; (3) Hindú; (4) Islámica; (5) Ortodoxa; (6) Occidental; (7) Latinoamericana; y (8) Posiblemente se esté formando una africana. Cada una de estas civilizaciones arranca de una combinación peculiar de historia y cultura. Para varias de ellas, la religión es el rasgo característico. Actualmente, las principales líneas de fractura en la política mundial están trazadas en las fronteras de estas comunidades culturales. Este autor afirma que Occidente, sin dejar sus valores democráticos centrales, debe abandonar la idea de que los rasgos de la civilización occidental (Estado de derecho, democracia pluralista, individualismo y separación Iglesia-Estado) son aplicables universalmente. La creencia de Occidente en la universalidad de su cultura es falsa, inmoral y peligrosa. Debe haber una aceptación internacional de la diversidad cultural y promover lugares de encuentro. La intervención occidental en los asuntos de otras civilizaciones es probablemente la fuente más peligrosa de inestabilidad y conflicto en un mundo de múltiples civilizaciones. La cultura política es una variable fundamental para entender el desarrollo económico y la democracia. Sin embargo, otros autores piensan que esta relación causal no está suficientemente probada. En cualquier caso, las (posibles) relaciones entre cultura política, desarrollo económico y democracia han sido objeto de preocupación constante entre investigadores y políticos.

6. LA DEMOCRACIA Y EL ISLAM. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el número de regímenes democráticos ha aumentado en los 5 continentes. No obstante, la democracia ha encontrado serias limitaciones para establecerse en los países con mayoría de población musulmana. Según datos de Freedom House en 2005 sólo el 13% de los musulmanes vivía en países libres. De los 44 países cuya población supera el 50% de musulmanes, sólo 8 países eran democracias electorales [3]. De estos 44 países, el 60% eran países no libres, el 36% eran parcialmente libres y sólo 2 países (Mali y Senegal) fueron clasificados como Estados libres. La escasez de democracias es especialmente llamativa en el área de Oriente Próximo (sólo Israel está incluido en la lista de países libres) y el Magreb. En el África subsahariana existe un 21% de Estados libres, un 41% en Asia y el Pacífico, un 71% en el continente americano y un 96% en Europa Occidental (con la única excepción de Turquía, considerada parcialmente libre). ¿Cuáles son las causas del déficit democrático de los países musulmanes? Sin existir acuerdo en las causas de esta excepcionalidad musulmana, básicamente encontramos 3 posibles explicaciones.


6.1. La Hipótesis de los Obstáculos Culturales. La visión según la cual la cultura política de los países con mayoría de población musulmana (en general, y la de los árabes en particular) está imbuida de autoritarismo encuentra sus raíces en el ORIENTALISMO, visión reduccionista que presenta al Islam como única fuente y motor exclusivo de la historia de los países musulmanes. La Falacia Orientalista busca causas comunes (siempre vinculadas al Islam) para todos los acontecimientos que suceden en los países musulmanes, sin tener en cuenta la existencia de otros factores. Presupone la existencia de un único Islam.

Para otros autores, este déficit democrático tiene su origen en la estrecha vinculación existente entre religión y política. En el caso del Islam, la actividad política constituye esencialmente una actividad religiosa. N. Ayubi (1996) afirma que la jurisprudencia islámica clásica ha influido en la teoría política islámica con los siguientes principios:

(#1) Los gobernantes deben guiarse en su tarea por el Corán y la Sunna (recopiladas en las hadices).

(#2) Los imanes (encargados del culto) deben asegurar la integridad de la comunidad creyentes (umma), velando por la aplicación de la sharia (ley religiosa que regula la vida social y personal de los musulmanes).

(#3) Los gobernantes deben consultar sus decisiones (shura) con los ulemas (expertos juristas en materia religiosa) para que su gobierno no se aparte de los principios del Islam.

(#4) Los ciudadanos no musulmanes no deben ser investidos de autoridad ni designados para el ejercicio de funciones públicas.

Como consecuencia de todo ello, el Islam adquirió un papel central en la esfera política. La mayoría de los regímenes políticos de los países musulmanes han revestido sus decisiones de cierta legitimidad religiosa, ya fueran autoritarios (Túnez de Burguiba), totalitarios (Irán de Jomeini) o más liberales (monarquía de Jordania).

No todos los autores han defendido la naturaleza global del Islam. La sharia no incluye una regulación precisa e inequívoca sobre cómo debe ser el sistema político (lo cual, explica la variación institucional que encontramos de unos Estados a otros). Muchos científicos sociales de países musulmanes se han mostrado en contra de la visión estrictamente orientalista de la cultura política islámica y han negado la existencia de un HOMO ISLAMICUS antropológicamente distinto del resto de los hombres. Politólogos musulmanes han destacado la existencia de instituciones islámicas clásicas que representan un sustrato protodemocrático: (a) La obligación del gobernante de consultar sus decisiones con los ulemas (shura); y (b) El ijtihad (instrumento para la adaptación del ordenamiento jurídico tradicional por cauces racionales). La reapertura del ijtihad es uno de los temas clave para los partidarios de la modernización del Islam y de una relectura reformista de sus principios.

6.2. La Hipótesis del Estado Rentista. Desde la economía política se ha explicado que la fuerte presencia de regímenes no democráticos en los países musulmanes se debe a la naturaleza rentista de muchos de estos Estados. Según Shambayati (1994) los países rentistas se caracterizan por obtener un porcentaje significativo de sus ingresos totales de una serie de rentas no productivas: exportación de materias primas sin transformar, préstamos de organismos internacionales, ayuda internacional, derechos de tránsito o remesas de divisas que envían los emigrantes. Estas rentas, ajenas a la actividad productiva, facilitan el equilibrio presupuestario y permiten incrementar el nivel de gasto público. A su vez, esto se traduce en un considerable peso relativo del Estado en la economía y en la existencia de bajos niveles de presión fiscal sobre la sociedad. Esto contribuye a desarticular las demandas de ciertos grupos a favor de mayores niveles de transparencia en el ejercicio de la función pública: evita la activación del principio clásico de no taxation without representation (no hay impuestos sin representación política) que tan fundamental fue para la emergencia de instituciones parlamentarias representativas en la Europa de los siglos XVII y XVIII. Si por añadidura el Estado maximiza el volumen de ingresos procedentes de rentas no productivas, puede entregarse a una intensa actividad redistributiva con el fin de mantener niveles aceptables de satisfacción popular sin sentirse obligado a reconocer ampliamente derechos civiles y políticos (p.e. monarquías petroleras del Golfo Pérsico). Además, puede bloquear la aparición de un burguesía autónoma ya que los bajos niveles de presión fiscal y el alto volumen de gasto público favorece el establecimiento de redes clientelares.

6.3. La Hipótesis de los Factores Políticos e Históricos. Es posible que la estabilidad de los regímenes dictatoriales establecidos en muchos países musulmanes se deba a factores estrictamente políticos. Los países occidentales han procurado mantener relaciones estables y estrechas con independencia de su sistema político o su respeto por los derechos humanos. El apoyo incondicional de algunas potencias occidentales a muchas dictaduras de la zona también se explica por el deseo de controlar, o al menos, de propiciar la estabilidad en una de las regiones del planeta que posee mayores recursos petrolíferos. Tenemos el caso de la cordial relación entre Estados Unidos y Arabia Saudí. Tales procesos explican la escasa renovación de las élites políticas y la estabilidad de muchos regímenes de la región.

Desde el 11 de septiembre de 2001, la aproximación estratégica de Occidente hacia los países musulmanes ha cambiado. Estos se enfrentan ahora a intensas presiones externas para liberalizar sus sistemas políticos. Los problemas vinculados al subdesarrollo, los altos índices de desigualdad, el tribalismo o la debilidad del estado poscolonial son otros factores políticos y económicos a tener en cuenta.

Tanto la hipótesis del Estado rentista, como la de los factores políticos parecen tener mayor valor explicativo para los países musulmanes árabes que para los musulmanes no árabes. A. Stepan & G. Robertson (2003) señalan que las dificultades para democratizarse no es un problema musulmán, sino una excepción árabe. Estos autores sostienen que entre 1972 y 2002 los países musulmanes que no pertenecían a la Liga Árabe presentaron niveles de competitividad electoral mucho más exigentes que los de los países árabes. Es más, sólo 5 de los 22 países de la Liga Árabe solicitaron a distintos organismos internacionales que supervisaran sus procesos electorales, mientras que sí lo hicieron 20 de los 25 países musulmanes no enmarcados en la Liga Árabe. Estos autores han calculado que el 50,5% de los musulmanes residentes en países de mayoría musulmana, pero no árabe, vive bajo sistemas políticos que permiten la competencia electoral, mientras que ningún país árabe cumple ese requisito.

CONCLUSIÓN. Es difícil afirmar que el déficit democrático que padecen los países musulmanes, árabes y no árabes, sea debido a la especificidad con la que el sustrato islámico ha marcado su cultura política.

6.4. El Islamismo y la Democracia. En las últimas décadas, la irrupción del islamismo ha sido la variable que más profundamente ha transformado el panorama político de los países árabes y musulmanes. Casi todos los Estados que nacieron tras la independencia de los países musulmanes experimentaron fuertes tendencias secularizadoras. Egipto, Siria, Irak, Jordania, Libia y Marruecos son algunos ejemplos. El desgaste de los modelos socialista y nacionalista propició la aparición de una fuente de contestación política al sistema desde el campo religioso, lo cual ha favorecido una revitalización religiosa que ha dado lugar a lo que hoy conocemos como islamismo. El islamismo tiene un componente reformista que no vincula con muchos movimientos intelectuales pasados y, muy en concreto, con la salafiyya [4]. El islamismo, en todas sus manifestaciones, ha tratado de difuminar aún más las fronteras entre política y religión. Muchos islamistas, son también fundamentalistas y, como tales, pretenden una vuelta a los fundamentos del Islam; de ahí, su apego a la literalidad de los textos sagrados. En muchos países, el islamismo moderado representa la única fuente de oposición política a los gobiernos no democráticos, como Marruecos. De hecho, Turquía estaba gobernada por un partido islamista moderado cuando en 2005 inició negociaciones de adhesión a la Unión Europea. El terrorismo islamista debe ser visto como una excepción a la regla, aunque por su brutalidad ha contribuido a estigmatizar la imagen del Islam como una religión violenta e intolerante.

7. ¿ES IMPORTANTE LA CULTURA POLÍTICA?

HIPÓTESIS Y VARIABLES. La existencia de una cultura política caracterizada por niveles altos de confianza y cooperación influye positivamente en la estabilidad de las democracias. La VD es la estabilidad de las democracias (medida en años de duración) y la VI es el nivel de confianza y cooperación que caracteriza a la cultura política.

Ronald Inglehart
EXPECTATIVAS Y EVIDENCIA. Si la hipótesis es correcta, cabe esperarse que los países con democracias estables se caractericen por tener una cultura política con niveles altos de confianza interpersonal y cooperación. Además, también esperamos encontrar que estos factores culturales influyen en la democracia, con independencia de otras variables como las instituciones políticas o los niveles de riqueza.

Inglehart ofrece sólidas evidencias de que los niveles de confianza interpersonal y de participación están muy correlacionados con la estabilidad de las democracias. La riqueza por sí sola no genera automáticamente la democracia. Por tanto, la democracia no se alcanza sólo introduciendo cambios institucionales o mediante la intervención de las élites. Antes bien, los factores culturales intervienen de forma independiente en la posibilidad de que surja o se estabilice una democracia.

R. Putnam (1993) se planteó por qué unas regiones de Italia tenían gobiernos más eficaces que otras. Descubrió que los factores económicos no lograban explicar estas diferencias de modo convincente. La clave residía en un aspecto de la cultura política (el capital social), es decir, el grado en que las personas confían unas en otras lo suficiente como para cooperar y formar asociaciones. Este capital social posibilitaba el establecimiento de redes sociales basadas en la confianza interpersonal y que facilitan la cooperación social y los intercambios económicos. Todo ello promueve el mejor funcionamiento de la democracia.

CONCLUSIONES.

Evidencias a favor de la hipótesis planteada:

(#1) Inglehart (1990) después de investigar el caso de 40 países, concluyó que la cultura política es un factor fundamental para explicar la supervivencia de la democracia.

(#2) Putnam evidenció que la cultura política representa una importante VI a la hora de explicar por qué la democracia funciona bien en algunos casos, mientras que en otros lo hace menos eficazmente.

Evidencias que cuestionan la hipótesis planteada:

(#1) Przeworski & Limongi (1997) demostraron que la ausencia de una cultura democrática previa no constituye necesariamente un obstáculo para que el régimen evolucione hacia formas democráticas. Una vez que existe la democracia, el único factor determinante para su supervivencia es que la renta per cápita mantenga un nivel mínimo. La cultura política representa una variable secundaria.

Robert Putnam
(#2) Críticas sustantivas a la obra de Putnam:

(a) La mera experiencia participativa que proporcionan las asociaciones no promueve necesariamente la interiorización de valores democráticos.

(b) Es cuestionable la validez de argumentos que se retrotraen siglos atrás. Putnam atribuye el origen del capital social al tipo de relaciones sociales y políticas de la Edad Media.

(c) Los argumentos de Putnam son sumamente deterministas. Rechaza la idea de que la democracia pueda ser resultado de un acuerdo político entre las élites. Las democracias sólo pueden construirse de abajo a arriba, por iniciativa de una sociedad en la que imperen relaciones de confianza mutua.

(d) No considera la incidencia del grado de desigualdad socioeconómica en la existencia de capital social. Hay que tener en cuenta que es más fácil que la confianza necesaria para que se desarrollen redes de cooperación arraigue allí donde la desigualdad es menor (no se den altos niveles de polarización social).

(e) No resuelve por qué fueron las regiones con mayor tradición de capital social Ls que más apoyo popular prestaron al fascismo y a Benito Mussolini.



[1] Tenemos el ejemplo de la subcultura de los jóvenes en los países anglosajones, las nacionalistas (vasca y catalana) en España o la bianca o católica en el norte de Italia y la rossa o socialista en las regiones centrales de este mismo país.

[2] La actitud hacia la PENA DE MUERTE es otro factor que representa las diferencias entre la cultura política vigente en Europa y Estados Unidos. Mientras ha sido abolida en Europa, cuenta con un gran respaldo social en la mayor parte de los 50 estados de Estados Unidos.

[3] Contaban con un sistema de partidos abierto y competitivo, sufragio universal, elecciones regulares y competitivas y un acceso significativo de los partidos a los medios de comunicación.

[4] Tradición reformista que arranca en el siglo XIX con Mohamed Abduh y Yamal al Din al Afgani, partidarios de una regeneración de la vida política y cultural como remedio a la decadencia que había supuesto la ocupación colonial de muchos de los actuales países musulmanes.

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VOTANTES, PARTIDOS POLÍTICOS y GRUPOS DE INTERÉS

Apuntes para PRUEBA PRESENCIAL Fundamentos de Ciencia Política I
(Grado de Ciencia Política y de la Administración -UNED)


¿Cuáles son las diversas formas a través de las cuales la sociedad participa en la actividad política?


1. LA PARTICIPACIÓN DE LA SOCIEDAD EN LAS DEMOCRACIAS. Una de las premisas centrales de la teoría democrática es que los ciudadanos deberían participar activamente en la vida política. Sin embargo, la observación empírica muestra que los ciudadanos no participan activamente en las democracias [1]. No obstante, la mayoría de  ciudadanos votan en las elecciones convocadas periódicamente: votar representa la principal forma de participación política en prácticamente todos los países democráticos.

Mancur Olson
1.1. La Lógica de la Acción Colectiva. ¿Por qué muchas personas que disponen del privilegio de participación democrática no hacen uso de él? Según la Teoría Democrática Tradicional las personas que gozan de libertad para participar en la actividad política aprovecharán esta oportunidad, organizándose e intentando ejercer presión sobre quienes toman las decisiones con el propósito de promover sus intereses o satisfacer sus demandas. ¿Lo hacen? M.Olson (1965) explica que los individuos que forman grandes grupos no suelen comportarse así: no es habitual que se impliquen y prefieren la inacción personal a la acción colectiva. Esta inacción responde a una Lógica de Elección Racional del individuo [2]. Las personas cuando al decidir si se implican o no, razonan del siguiente modo:

(a) Los costes y riesgos de esa acción pueden ser demasiado altos.

(b) Si ya hay un grupo formado que defiende los intereses del individuo, la contribución particular de éste puede resultar prescindible.

(c) Si el grupo no logra cambiar la política del gobierno de acuerdo con sus preferencias, quienes se han implicado ganan lo mismo que quienes no han hecho nada. Pero si el grupo tiene éxito, quienes no participan comparten las ganancias colectivas igual.

La mayoría de personas optan por ser «gorrones» (Free Raiders), no participan y dejan que los demás hagan por ellos el «trabajo sucio». La inacción es más probable que la acción colectiva. La paradoja reside en que grandes grupos constituidos por individuos racionales no actuarán en interés de su grupo. Es una conclusión contraintuitiva porque, por sentido común y si se les da la oportunidad de hacerlo, los individuos racionales emprenden acciones en interés del grupo al que pertenecen.. Esta explicación de la lógica de la elección racional de Olson no explica porqué mucha gente sí se involucran.

¿Cuáles son las diversas formas a través de las cuales la sociedad participa en la actividad política? Las principales formas de participación democrática son generalmente el voto en las elecciones, la movilización organizada por los partidos políticos y los grupos de interés.


1.2. Los Votantes. ¿Cuáles son las pautas de comportamiento electoral? ¿Qué características definen a los votantes? Una posible respuesta la encontramos vinculando el voto con el estatus socioeconómico del elector [3]. No obstante, las pautas de voto en la mayoría de las democracias se ven afectadas p or: (a) Factores dependientes del votante [4] y (b) Factores independientes del votante[5]. Pero, ¿es cierto el fundamento democrático según el cual el votante se comporta racionalmente?


Respuesta 1: Teoría de la Elección Racional. Los votantes individuales son racionales en la medida que:

(a) Saben cuáles son sus preferencias y prioridades.

(b) Recogen la información accesible sobre los candidatos y entienden sus posiciones.

(c) Comprenden cuáles podrían ser las consecuencias en función del candidato elegido.

(d) Votan al candidato del que esperan que satisfagan mejor sus preferencias y prioridades.

Esta visión acentúa el egoísmo: los votantes se comportan racionalmente sólo cuando buscan promover sus propios intereses materiales, es decir, votan a candidatos que pueden satisfacer sus preferencias individuales, sin interesarles el bienestar general de la comunidad. No obstante, otros autores de este posicionamiento plantean que es igualmente racional el comportamiento del elector que anteponga los objetivos de la comunidad a sus propios objetivos individuales porque obtendrán ventajas personales si se alcanzan los objetivos generales de bienestar.

Anthony Downs
Respuesta 2: A.Downs (1967). Los votantes de las democracias piensan y actúan de forma similar a los consumidores en una economía de mercado: saben qué tipo de productos quieren, salen «de compras», recogen información sobre las alternativas, consideran cómo les van a afectar las diferentes opciones posibles y toman la decisión que más les conviene: el elector vota al partido que cree que le proporcionará más beneficios.

Por su parte, los políticos se comportan como vendedores, ajustando sus «productos» para atraer al máximo número de «compradores», es decir, los gobiernos actúan en su propio interés: impulsan sólo aquellas políticas que maximicen los votos, independientemente de que beneficien más o menos a la sociedad.

No obstante, se ha visto que en ocasiones los votantes no siempre son racionales, sino que sobre ellos influyen sus vínculos psicológicos y emocionales con los partidos (como la Identificación Partidista[6]. Así pues, el votante no vota necesariamente sobre la base del conocimiento o tras una comparación estratégica como predice el enfoque de la elección racional. Y ello porque son pocos los ciudadanos bien informados.

Respuesta 3. Racionalidad Limitada. Si bien muy pocos electores cumplen con los criterios de racionalidad, los votantes no necesitan un nivel alto de conocimiento político para decidir de una forma razonada y razonable. La comprensión «intuitiva» de los candidatos deriva de los eslóganes electorales y otras informaciones obtenidas a través de los medios de comunicación, es decir, «atajos» que proporcionan información sencilla, pero suficiente para adoptar decisiones electorales coherentes con sus propias preferencias políticas. Por tanto, el elector no puede ser considerado un actor irracional porque actúa de acuerdo con una racionalidad limitada debido a la falta de información completa.

1.3. Los Partidos Políticos. Siendo instituciones indispensables para el funcionamiento de las democracias contemporáneas al proveer a los votantes de una oferta de candidatos y programas entre los que elegir, también existen en los regímenes no democráticos. Los partidos políticos son organizaciones que procuran colocar a sus líderes y cuadros en instituciones a través de las cuales pueden ejercer poder político. Situados entre la sociedad y el Estado, concurren ante el electorado con propuestas de acción política para conseguir suficiente respaldo electoral para dirigir la acción de gobierno o, cuanto menos, influir en ella.


Puede plantearse una clasificación, teniendo en cuenta que un elemento común a todos ellos es la intención de alcanzar el poder de gobierno, de tomar decisiones vinculantes para la comunidad:

(#1) Competitivos. Aceptan los principios democráticos y compiten por el poder político a través del proceso electoral y promoviendo la participación popular en las democracias. Estos partidos competitivos pueden ser: 

(a) DistintivoS. Establecen distinciones dentro del conjunto del electorado en la medida que apelan a grupos o sectores específicos de la estructura social. Son de este tipo los partidos de afiliados o militantes, de clase, de masas, particularistas, confesionales y étnicos. Formados a partir de fracturas de clase social (cleavages), tanto los partidos conservadores como los obreros reivindicaban la representación exclusiva de determinados grupos sociales a los que atribuían una determinada identidad política, de tal manera que la oferta ideológica reflejaba los intereses explícitos del grupo al que representaba el partido. Esta identidad política puede lograrse incidiendo en aspectos religiosos [7], intereses de minorías regionales o nacionales [8] o en cuestiones específicas como el medio ambiente. En última instancia, lo que importa es si es un partido orientado hacia grupos específicos del electorado y si acepta (o no) las reglas de la democracia (incluido el compromiso y la cooperación para impedir el bloqueo del régimen democrático).

(b) «Atrapalotodo» (CATCH-ALL). Partidos interclasistas que buscan ampliar al máximo posible su base de apoyo popular. Para lograr su principal objetivo (ganar las elecciones y acceder al gobierno) intentan captar votos procedentes de diversas clases sociales, religiones, grupos étnicos y otros segmentos de población, relajando sus compromisos con grupos sociales específicos y adoptando programas políticos más flexibles e incluyentes para atraer a amplios sectores del electorado. Muchos partidos se han convertido en este tipo de partido: moderación ideológica evitando extremos políticos (de izquierdas y de derechas), prefiriendo tejer una amplia red a ambos lados del centro político. Aunque la evidencia empírica no permite afirmarlo ni negarlo con rotundidad, parece ser que este tipo de partido fomenta más la estabilidad de la democracia que los partidos distintivos porque, siendo muy inclusivos, promueven la moderación y el compromiso en todas las clases sociales [9].

(#2) Anti-Régimen. No aceptan las reglas del sistema existente de gobierno, aspirando a revocarlas.

(#3) Hegemónicos o Únicos. Monopolizan el poder del gobierno en muchos regímenes dictatoriales.

1.3.1. ¿Son Democráticos los Partidos Políticos? R.Michels (1911) publicó un estudio sobre cómo el PSD (Partido Social-Demócrata de Alemania) dirigía sus asuntos internos. Concluyó que lo hacía apenas conforme con los procedimientos democráticos [10] y aplicando la Ley de Hierro de la Oligarquía. Actualmente, los partidos políticos de las democracias muestran diferentes pautas de organización interna. Mientras en Estados Unidos el Partido Demócrata y el Partido Republicano están muy descentralizados con organizaciones separadas en cada uno de los 50 estados [11], la mayoría de los partidos europeos posee una estructura piramidal. En España PSOE y PP son centralizados [12].

Republicanos vs. Demócratas

1.3.2. Modelo de Partido Responsable. Existen 3 condiciones necesarias para que una democracia electoral funcione eficazmente: (a) Que los partidos expongan explícitamente qué harán, formulen un programa coherente y especificado a los votantes, (b) Que los votantes comparen y voten al candidato que mejor represente sus propias preferentes; y (c) Que, cuando llegue al gobierno, el partido vencedor, haga realidad su programa electoral. Estas tres condiciones conforman un Modelo de Partido Responsable: un modelo que proporciona a los votantes claras opciones en las elecciones y convierte los deseos de la mayoría electoral en acciones de gobierno efectuadas por los representantes elegidos.


El ideal del gobierno de partido responsable puede resultar difícil de materializar en democracias consolidadas, pero lo es aún más en los países en vías de democratización. Veamos cuáles son las dificultades con las que se enfrenta este Modelo de Partido Responsable:


Problema Paso 1. DIVISIÓN INTERNA DENTRO DEL PARTIDO POLÍTICO. Estas fisuras pueden reflejar la diversidad de la base social del partido (especialmente en los «atrapalotodo»), la cual lo hace proclive a experimentar divisiones internas arraigadas en los intereses de estos diferentes grupos. A veces, los desacuerdos se refieren a determinadas cuestiones de actualidad, mientras que en otros casos se deben a lealtades a diferentes dirigentes que aspiran a encabezar el partido: se trata de divisiones internas por agregación de intereses (es decir, el proceso por el que los partidos políticos articulan o agregan los diversos intereses, las prioridades y opiniones diferentes de sus líderes y votantes potenciales, convirtiéndolos en objetivos y propuestas políticas comunes). Este es el primer paso del Modelo de Gobierno Responsable: se trata de que las élites políticas de cada partido negocien y transacciones. En caso contrario, los programas presentados a los votantes pueden ser tan ambiguos o internamente incoherentes que difícilmente se puede anticipar qué hará el partido si resulta elegido. Los grandes partidos interclasistas son propensos a estos problemas.

Problema Paso 2. ATENUACIÓN DE LOS VÍNCULOS PARTIDISTAS. El segundo paso del Modelo de Gobierno Responsable supone que los votantes comprenden las cuestiones políticas. Sin embargo, el votante medio puede carecer de tiempo e información para valorar los programas, de modo que la lealtad y las preferencias partidistas pueden constituir importantes factores condicionantes del voto. No obstante, los partidos encuentran cada vez más difícil conservar un núcleo estable de votantes y mantener la lealtad partidista. ¿Por qué esta atenuación de los vínculos partidistas?

(#1) SURGIMIENTO DE LA NUEVA POLÍTICA. Durante los años 60 y 70 del siglo XX, la Nueva Política ha fomentado el desarrollo de nuevos grupos de votantes para los cuales los vínculos socioeconómicos que se establecían con los partidos tradicionales son menos importantes que durante la primera mitad del siglo XX.

(#2) Declive generacional de la participación cívica. Las personas que hoy día cuentan entre 20 y 30 años son menos activas políticamente y están menos comprometidas ideológicamente que las de ese rango de edad en generaciones anteriores.

(#3) DESALINEAMIENTO PARTIDISTA. Frente a los votantes leales [13] y los alineamientos partidistas estables [14], existe la posibilidad de que se produzca el desalineamiento [15]: votantes que pueden votar a algunos de sus candidatos en función de la postura que adopten respecto de las diferentes cuestiones, de tal modo que pueden acercarse a otro partido o votar a dos partidos en elecciones sucesivas. Se trata de un votante que no muestra estabilidad, no siente lealtad, un electorado volátil. En condiciones de desalineamiento del electorado, a los partidos políticos les resulta más difícil elaborar programas a largo plazo que atraigan a seguidores estables. Obligados a efectuar cambios y revisiones frecuentes para atraer a votantes volátiles, encuentran dificultades para representar las ideas de una manera nítida.

(#4) REALINEAMIENTO PARTIDISTA. Implica importantes cambios en las pautas electorales porque supone que un bloque numeroso de ciudadanos (que tradicionalmente votaba a un partido) traslada su apoyo a otro partido, adhiriéndose a él durante un largo periodo de tiempo.

Problema Paso 3. Este proceso suele estar sembrado de riesgos.

(#1) COHABITACIÓN. En las democracias en las que los ciudadanos votan al presidente del país y a la asamblea legislativa en elecciones diferentes (Estados Unidos, Rusia, Francia o Polonia) puede ocurrir que los votantes elijan a un presidente que pertenece a un partido diferente del que conforma la mayoría parlamentaria. Se trata de la cohabitación entre partidos rivales que puede llegar a dificultar la acción de gobierno si los poderes legislativo y ejecutivo se bloquean mutuamente.

(#2) GOBIERNO DE COALICIÓN O ALIANZA PARLAMENTARIA. En las democracias con sistemas parlamentarios de gobierno, dos o más partidos se pueden ver obligados a formar un gobierno de coalición o una alianza parlamentaria para constituir una mayoría suficiente en la asamblea. Cuantos más partidos estén implicados en el proceso de toma de decisión, más difícil es que un partido dé a sus votantes lo que les prometió.

(#3) Ausencia de disciplina de partido en las votaciones de la asamblea. La disciplina de partido significa que los representantes del partido en el parlamento votan los proyectos legislativos unánimemente y de acuerdo con lo que establece la dirección del partido [16].


1.3.3. Sistema de Partidos. Este concepto se refiere al número de partidos de un país, sus relaciones y posibles alianzas, así como a sus orientaciones ideológicas. Nos interesan dos variables: (a) El número de partidos; y (b) Sus relaciones (tendencia a la competición centrípeta o centrífuga).

Según la primera variable (número de partidos), la clasificación resultante es la siguiente:

(#1) DOMINANTE. En algunas democracias ha gobernado un solo partido durante un largo periodo de tiempo configurando un sistema de partido dominante [17].

(#2) BIPARTISDISTA (PLENO o IMPERFECTO). En aquellas democracias en las que los dos partidos suelen alternarse en el gobierno tenemos un sistema bipartidista. Muy pocos países tienen un sistema plenamente bipartidista [18]. El sistema de partidos británico es un sistema bipartidista imperfecto. Estos sistemas suelen tener de 3 a 5 partidos con representación parlamentaria, aunque dos de ellos acaparan la mayor parte de los escaños parlamentarios [19]. El bipartidismo imperfecto ofrece a los votantes más opciones que el sistema bipartidista pleno y crea vínculos partidistas más estables que un sistema multipartidista (en el que al aumentar la oferta de partidos políticos disponible a la hora de votar, puede facilitar que los votantes cambien de voto en sucesivas elecciones).

(#3) MULTIPARTIDISTA. Tenemos 6 o más partidos con representación parlamentaria que pueden participar en gobiernos de coalición o prestar apoyos a gobiernos minoritarios[20].
Según la segunda variable (relaciones entre partidos), la clasificación resultante es la siguiente:

(a) centrípeto. Favorece la constitución de partidos moderados y centristas en lugar de radicales. Los principales partidos y la mayoría del electorado se sitúan en el centro del espectro político, posibilitando así el consenso [21].

(b) centrífugo. Los partidos principales y grandes grupos de votantes tienden hacia los extremos de la izquierda y la derecha [22].

1.4. Los Grupos de Interés o Grupos de Presión. Constituyendo otro medio de participación de la sociedad en los sistemas políticos democráticos (aunque no necesariamente [23]), promueven los objetivos de sectores sociales específicos: organizaciones que representan y expresan los intereses y las demandas de grupos particulares de personas para influir en el Estado para que actúe en su beneficio [24].


Gabriel Almond
Como los partidos políticos, son organizaciones intermedias: se sitúan entre la sociedad y el Estado con el objetivo de capacitar a los ciudadanos para influir en las actuaciones de los poderes públicos. Para Almond & Powell (1966) cumplen la función de articular intereses, es decir, expresan, agregan o articulan las demandas y los deseos de varios grupos de la sociedad. Mientras algunos grupos de interés atienden y vehiculan los intereses de las élites de la sociedad, otros articulan los de una base más amplia.

1.4.1. Tipos de Grupos de Interés o Grupos de Presión. Hay diferentes tipos de grupos de interés o grupos de presión: 

(#1) Asociativos. Organizaciones que representan a segmentos específicos de la población que comparten problemas y objetivos comunes, con lo cual, los Estados dictatoriales impiden que se establezcan estos grupos al margen del control estatal [25].

(#2) Institucionales. Organizaciones no gubernamentales que representan a instituciones consolidadas en la sociedad o en la economía y que, en principio, persiguen propósitos diferentes de la acción política. No surgen de la asociación de las bases que lo integran, sino de las iniciativas de las élites [26].

(#3) Informales. Hay otros grupos de interés que intentan promover sus intereses sin contar con el respaldo de una organización estable. Un segmento particular de la población que comparte una identidad común puede reunirse espontánea y puntualmente para denunciar un agravio particular o perseguir alguna meta concreta, motivo por el cual suelen disolverse una vez resuelto el problema. Sin embargo, a veces son más permanentes o se fusionan con otros ya existentes [27].

(#4) Anómicos [28]. Siendo un caso especial de grupo de presión informal, se forma espontáneamente entre la población para manifestar su malestar o sus frustraciones. La protesta puede venir ocasionalmente acompañada de violencia [29].

(#5) DESARTICULADOS. Hay grupos sociales que no articulan claramente sus intereses comunes. Segmentos de la sociedad con intereses políticos identificables que no logran formar grupos de presión o llamar la atención sobre los agravios que padecen. Estos grupos tienen una gran importancia porque precisamente carecen de un grupo de presión [30].

1.4.2. Enfoques de Investigación de los Grupos de Interés o Grupos de Presión. Básicamente, contamos con 3 enfoques de investigación: 

(#1) PLURALISMO. En la mayoría de las democracias, el poder político no lo monopoliza un grupo particular o una combinación de grupos vinculados que forman una élite de poder estrechamente trabada. Al contrario, el poder político se encuentra disperso entre una pluralidad de colectivos. Así, el pluralismo acentúa:

(a) La libertad de asociación que dota a los ciudadanos de autonomía para organizar sus propios grupos de interés.

(b) La competencia por la influencia que implica que los grupos de interés con diferentes posturas sobre una cuestión compiten libremente por obtener la atención de legisladores e influir en sus actuaciones.

(#2) corporativismo. Representa una implicación diferente de los grupos de interés en la política ya que constituye un sistema de participación formal de los grupos de interés en los procesos de toma de decisiones del Estado. Una serie de organizaciones se erigen en representantes prácticamente exclusivos de un sector de la sociedad y son reconocidas como tales por los gobiernos. A cambio, éste espera que las organizaciones garanticen la adhesión de sus miembros a los pactos establecidos, proveyendo al gobierno de mecanismos eficaces para lograr que la economía funcione sin sobresaltos (con negociaciones constantes). Las organizaciones corporativistas se distinguen escasamente del Estado y del partido único que monopolizaba el poder político. Los representantes más importantes de los grupos de la sociedad deben negociar directamente con los representantes del gobierno para definir y articular las principales políticas económicas y sociales. Han adquirido diferentes formas en distintos países, momentos y sistemas políticos [31].

(#3) neocorporativismo. Es el tipo ideal de corporativismo de las democracias contemporáneas. En comparación con el pluralismo, el neocorporativismo es un proceso ordenado y regularizado, si bien sus prácticas son más cerradas y opacas. Implica las siguientes prácticas institucionales:

(a) Los principales grupos de la sociedad implicados en la producción económica forman grandes grupos de interés que representan a una proporción considerable de las personas de sus respectivos sectores, tendiendo a organizarse jerárquicamente.

(b) Los dirigentes de las principales organizaciones se reúnen regularmente con los representantes del gobierno. El poder ejecutivo desempeña un papel más importante en el trato con empresarios y trabajadores que el poder legislativo.

(c) Negocian sobre cuestiones económicas.

(d) Una vez se alcanzan acuerdos, los intermediarios vuelven a sus respectivos grupos y los exponen a sus miembros. Si las bases no aceptan, se producen nuevas negociaciones. No obstante, los líderes suelen presionar a sus bases aduciendo que son los mejores posibles.

(e) Si las bases aprueban los acuerdos, éstos se transponen a la legislación. En los sistemas parlamentarios, el gobierno ve facilitado el procedimiento si cuenta con la mayoría parlamentaria. El parlamento se limita a votar un acuerdo consensuado.

Sidney Tarrow
1.5. Los Movimientos Sociales. Surgen cuando grupos de personas (convencidos de que ni el Estado, ni los partidos políticos, ni los grupos de interés establecidos han abordado correctamente sus preocupaciones) organizan una acción colectiva que logra definir una causa, suscitar la adhesión de un grupo numeroso de activistas y atraer la atención pública, porque suelen implicarse en formas de actividad política con elevada repercusión pública (manifestaciones y huelgas) [32]. Según S.Tarrow (1994) suelen formarse cuando las personas descontentas con el statu quo perciben súbitamente la existencia de nuevas oportunidades de presionar a quienes ostentan la autoridad. Si son capaces de hacer causa común y unirse a otros grupos con semejantes preocupaciones, pueden constituir alianzas y redes de cooperación para desarrollar acciones políticas sostenidas en el tiempo. La supervivencia depende de la solución a los problemas que denuncian.

1.6. Un Caso Especial: las Relaciones Patrón-Cliente (Clientelismo). A la hora de examinar los vínculos entre las élites políticas y la sociedad, y aunque suele darse a una escala menor y más individualizada, es preciso atender al clientelismo. En el siglo XIX, las personalidades políticas vinculadas con los aparatos de los partidos políticos ávidos de votos, se convirtieron en patronos para toda suerte de clientes que luchaban por ganarse la vida. A cambio de protección y favores, los clientes proporcionaban a sus patronos los votos necesarios para controlar el gobierno [33]. En la actualidad siguen existiendo redes clientelares de diferente tipo: el patrón suele ser un partido político poderoso que actúa con nepotismo, sobornos y corrupción.

2. LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LOS CIUDADANOS EN LAS DICTADURAS. Los regímenes dictatoriales impiden o limitan la participación política libre de los ciudadanos. Aunque algunas se dotan de instituciones, la capacidad de la población para usar esos mecanismos de forma efectiva es muy limitada. Aunque las dictaduras no excluyan la participación popular, la vigilan rigurosamente y la canalizan desde arriba. Se trata de una participación tutelada y restrictiva.


Veamos algunas modalidades:

Raúl Castro
(a) ELECCIONES NO COMPETITIVAS. Ante el riesgo de basar su gobierno únicamente en la violencia, algunos dictadores celebran elecciones no competitivas que se utilizan para pedir a la población que dé su aprobación al líder máximo. También se puede pedir el apoyo popular para candidatos previamente seleccionados por las autoridades, sin que los votantes tengan otra opción. En muchos de estos casos, el poder de la asamblea así elegida es puramente formal, puesto que las principales decisiones políticas se toman en la cúspide del aparato ejecutivo. Los símbolos de la democracia están presentes, pero el régimen no funciona como tal. Usan procedimientos para manipular y controlar a los ciudadanos, dando a la población una impresión falsa de participar en los asuntos públicos [34].

(b) MOVILIZACIÓN DE MASAS. Adultos y niños pueden ser invitados u obligados a participar en manifestaciones o desfiles de masas organizados por el gobierno, a escuchar discursos propagandísticos o a involucrarse en campañas extraordinarias para ensalzar el orgullo nacional. Rara vez estos regímenes logran realmente construir una base amplia de popularidad [35].

(c) POPULISMO. Las élites políticas destinan sus esfuerzos por ganarse el apoyo de los más desfavorecidos. A menudo, se manifiesta en las democracias cuando los políticos intentan conseguir votos entre los sectores que sufren más problemas prometiéndoles solucionarlos con fórmulas simples y dirigidas contra los más acomodados [36].

Si los líderes de una dictadura son realmente impopulares y la población rechaza de forma categórica el sistema político, cobra protagonismo la oposición, la cual puede adoptar dos formas básicas: disidencia y revolución.

Nelson Mandela
2.1. Disidencia. Comportamiento manifiesto en contra de un gobierno dictatorial, pudiendo adoptar muchas formas. Los disidentes suelen estar dispuestos a correr riesgos extraordinarios, incluso cuando son conscientes de que la sublevación masiva no es probable a corto plazo. La vigilancia, el encarcelamiento y la tortura suelen ser las consecuencias [37]. No obstante, no es exclusiva de los defensores de la democracia por cuanto algunos pueden querer reemplazar una dictadura por otra.

2.2. Revolución. Derrocamiento de un sistema de gobierno y su sustitución por otro diferente, el cual suele ser violento e ir acompañado de transformaciones profundas en las actitudes políticas de la población y las élites, siendo raras las revoluciones que alcanzan el objetivo que las pone en marcha. Ocurren cuando la importancia de la oposición popular al gobierno vigente y como elemento central el deseo vehemente y generalizado de mejorar las condiciones de vida. Aunque son los activistas políticos quienes dirigen las revoluciones, su éxito depende crucialmente de que logren sintonizar con la población.

2.2.1. Fuentes Psicológicas de la Violencia Revolucionaria. Veamos algunas explicaciones sobre el comportamiento revolucionario:

La actividad revolucionaria es como una elección racional y la lógica de la acción colectiva (que parte de la pasividad política de la mayoría de los ciudadanos) no siempre explica los comportamientos de los gobernados. El descontento de éstos puede ser tan grande que estén dispuestos a sacudirse la pasividad y participar activamente contra el régimen. Las condiciones sociales y políticas son las responsables de su surgimiento.

La Teoría de la Frustración-Agresión explica que las personas recurren a la violencia cuando ven frustrados repetidamente sus intentos de alcanzar los objetivos. J.C.Davis (2005) explica que las revoluciones no suelen ocurrir simplemente debido a la pobreza o la opresión, sino cuando las personas han experimentado una mejoría de sus condiciones de vida ven, de repente, empeorar su situación. Así, sus expectativas se ven bruscamente frustradas y crece el temor a regresar a las condiciones previas. Esta frustración puede conducir a un aumento súbito del comportamiento violento, que finalmente se dirige contra el propio régimen político.

T.R.Gurr (1971) señala la privación relativa como la fuente principal de la frustración que desencadena la violencia popular y conduce a la revolución. La privación relativa se da cuando las personas perciben una gran diferencia entre lo que creen que merecen y lo que se sienten capaces de conseguir en las circunstancias vigentes. Si sus esfuerzos por satisfacer objetivos sociales, políticos o económicos básicos se ven continuamente frustrados y no perciben modos alternativos de alcanzarlos, aumenta la probabilidad de que se adhieran a alguna iniciativa colectiva, la cual puede generar violencia política contra las autoridades gubernamentales.

2.2.2. Condiciones (o Estructuras) Políticas, Económicas y Sociales al Estallar la Revolución. 

Theda Skocpol
K.Marx señalaba que cuando un país hubiera alcanzado una fase avanzada de capitalismo, la sociedad se dividiría entre una pequeña clase de empresarios rica y políticamente dominante (la burguesía) y una ingente masa de trabajadores y desempleados (el proletariado). A medida que la clase de los desposeídos aumentara y adquiriera «conciencia de clase», los proletarios organizarían la revolución y arrebatarían a la burguesía el control de la economía.

Skocpol (1979), después de analizar las revoluciones francesas, rusa y china, señala las siguientes causas: (a) En el nivel político, una monarquía absoluta decadente; (b) En el nivel socioeconómico, rebeliones violentas de campesinos hastiados. Concluye que los revolucionarios, una vez movilizaron a la población y después de conquistar el poder, dieron paso a regímenes dictatoriales en lugar de a gobiernos democráticos. En los últimos tiempos, la actividad revolucionaria no ha disminuido [38].

3. LA LEY DE DUVERGER.

HIPÓTESIS Y VARIABLES. ¿Qué factores explican las variaciones en el número de partidos que presentan las democracias? M. Duverger estableció una relación entre el número de partidos y la naturaleza del sistema electoral. Sostuvo que los sistemas democráticos mayoritarios a una sola vuelta producen casi siempre sistemas bipartidistas. Esta es la Ley de Duverger. La VI es el sistema electoral (existencia o ausencia de un sistema electoral mayoritario a una sola vuelta) y la VD es el tipo de sistema de partidos (existencia o ausencia de un sistema bipartidista).

Maurice Duverger
EXPECTATIVAS Y EVIDENCIAS. Si la hipótesis es correcta, los sistemas electorales mayoritarios se asocian a democracias dominadas electoralmente por dos partidos y en los que terceros partidos apenas representan algún papel político. La confirmación más sólida a esta hipótesis la encontramos en los casos de Estados Unidos [39] y el Reino Unido [40], mientras que las notas discordantes las encontramos en los casos de Italia [41] y la India [42].

CONCLUSIONES. La evidencia sólo confirma parcialmente la hipótesis (Estados Unidos y Reino Unido). Italia y la India la desafían. El propio Duverger reconoció que el procedimiento electoral mayoritario a una sola vuelta no conduce necesariamente y absolutamente a sistemas bipartidistas en todas las circunstancias. Se trata de una tendencia general.



[1] En los años 60 existía un 30% de población «apática» (no interesada por la política), un 60% era «espectadora» (prestaba atención sin involucrarse) y entre un 5% y un 7% era «activista» (colaboraban en las campañas de las elecciones presidenciales). Incluyendo a «activistas» y «espectadores», sólo un 20% de la población se implicaba regularmente en discusiones sobre cuestiones políticas, convirtiéndose en «líderes de opinión». En la década de los 90, menos del 10% de los estadounidenses participó activamente en campañas electorales y menos del 5% se involucró en manifestaciones políticas o actividades de protesta.

[2] RACIONALIDAD: Conducta encaminada a maximizar (o al menos a incrementar) las ganancias esperadas y a minimizar (o reducir) los costes o riesgos esperados.

[3] Los sectores más acomodados votan a los partidos defensores de una escasa intervención del Estado en la economía, mientras que los menos acomodados votan a partidos de izquierda o centro-izquierda, más favorables a que el Estado priorice la protección social.

[4] Identificación partidista, etnia, religión, género, edad o ideología.

[5] Requisitos exigidos para ejercer el derecho a voto, eficacia de los partidos para atraer a los electores o el día de la semana en que se celebran las elecciones (en Estados Unidos votan en martes).

[6] Un estudio empírico proporcionó evidencia de que la mayoría de estadounidenses eran cualquier cosa menos racionales cuando iban a votar. The American Voter (1960) determinó que el grueso de los estadounidenses contaba con información demasiado escasa y pobre como para poder basar su voto en un análisis puntual de la oferta política. La variable que mejor explicaba el comportamiento electoral era la identificación partidista: los que se identificaban como demócratas tendían a votar a candidatos del Partido Demócrata y los que se identificaban como republicanos tendían a votar al Partido Republicano. Sólo en torno a un 20% del electorado cambiaba su voto.

[7] Los partidos confesionales buscan los votos de los fieles a diversas religiones. En algunos países la religión representa todavía un factor importante de identificación de los partidos políticos. En Irlanda del Norte tiene partidos protestantes y partidos católicos. En la India hay partidos hindúes y partidos musulmanes.

[8] Partido Nacionalista Vasco.

[9] En Europa Occidental se han formado familias de partidos integradas por formaciones ideológicamente próximas que pertenecen a diferentes países. Cultivan las relaciones y forman grupos políticos en instancias supra y transnacionales como el Parlamento Europeo.

[10] Las decisiones clave las tomaban los cuadros dirigentes y ejecutivos con escasa participación de los militantes de base. La búsqueda de eficiencia en la adopción de decisiones favorecía que todas las organizaciones grandes gobernadas por un puñado de dirigentes imposibilitara la democracia.

[11] Cada partido tiene un «Comité Nacional» pero las estructuras internas se ocupan de recaudar fondos más que de formular políticas de partido. Ningún partido cuenta con un líder al que se le atribuya la responsabilidad de articular la línea del partido sobre cuestiones específicas. Los candidatos individuales son libres de recaudar fondos para sus campañas y de expresar sus propias posiciones.

[12] Cuentan con una sede nacional o federal en Madrid, que se ocupa de recaudar y gastar la mayor parte del dinero que cuestan las campañas electorales. Los candidatos están sometidos a la disciplina de partido, tienen menos libertad para desviarse de la versión oficial, su presencia en las listas electorales depende normalmente de los órganos ejecutivos del partido y no de elecciones primarias.

[13] Los votantes que se identifican sistemáticamente con un partido político y votan a sus candidatos en sucesivas elecciones pueden ser calificados como votantes leales.

[14] Cuando determinados grupos sociales votan al mismo partido en sucesivas convocatorias electorales, se trata del alineamiento partidista estable.

[15] En cambio, cuando retiran el apoyo a su partido favorito y se hacen más independientes se produce el desalineamiento

[16] En Estados Unidos la disciplina de partido ha sido tradicionalmente muy laxa. La disciplina de partido es relativamente alta en las democracias parlamentarias como Reino Unido, Alemania y España.

[17] En Japón el PDL (Partido Democrático Liberal) gobernó desde 1955 hasta 1993. En México el PRI (Partido Revolucionario Institucional) gobernó desde 1929 hasta 2000.

[18] Uno de ellos es Estados Unidos.

[19] Francia, Alemania, Japón y Canadá son algunos ejemplos.

[20] Los países escandinavos, España, Polonia, Israel o Italia son multipartidistas.

[21] Tenemos el caso de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y España.

[22] La Alemania de la República de Weimar (1919-1933) con el Partido Comunista Alemán (en la extrema izquierda) y el Partido Nacionalsocialista de Hitler y la España de la Segunda República (1931-1936) con el Frente Popular (que aglutinaba a las izquierdas) y la CEDA (aglutinador de las derechas) son buenos ejemplos.

[23] No todos los grupos de interés se dirigen exclusivamente al campo de la política. Muchas veces promueven sus intereses de grupo sin implicar a los gobiernos. Los sindicatos, por medio de sus relaciones directas con los empresarios o patronos, recurren a negociaciones, huelgas y otros medios. Cuando los sindicatos o las asociaciones patronales piden al gobierno que interceda en su favor en su disputa laboral o que apoye medidas económicas específicas, sus acciones adquieren una impronta política.

[24] En Estados Unidos y otros países están los LOBBIES (o Grupos de Presión) que diseñan y aplican estrategias para influir en quienes adoptan las decisiones gubernamentales.

[25] Ejemplos: sindicatos, asociaciones patronales, grupos étnicos, grupos de género y preferencia sexual, grupos generacionales (jubilados o jóvenes), grupos religiosos y otros grupos centrados en una cuestión determinada.

[26] Ejemplos: Asociación Española de Banca o la Conferencia Episcopal Española.

[27] Ejemplos: 0,7% del PIB para la cooperación al desarrollo de los países más pobres o la globalización electrónica (que también ha producido sus propios grupos de presión informales).

[28] Anomia significa ausencia de normas

[29] Ejemplos: manifestaciones espontáneas, disturbios y huelgas salvajes.

[30] Ejemplos: personas que carecen de seguro médico en Estados Unidos, temporeros, niños trabajadores, mujeres oprimidas o maltratadas. El funcionamiento de los grupos de interés puede diferir notablemente según el diseño y las prácticas institucionales del país.

[31] Fue adoptado por muchas dictaduras como la de Mussolini en Italia, Hitler en Alemania, Franco en España o Salazar en Portugal.

[32] Como ejemplo tenemos a las mujeres, los homosexuales, los ecologistas, los pacifistas o los antiglobalización.

[33] Como ejemplo tenemos la España de la Restauración (1876-1923) con el «caciquismo». Los partidos políticos disponían de hombres de confianza en las provincias y municipios (caciques locales) que ejercían el control político de estos territorios y, a cambio de apoyo electoral, procuraban trabajos o ayudas a las familias residentes en ellos.

[34] Como ejemplos tenemos Cuba y China.

[35] Juan Domingo Perón (1895-1974) con su autoritarismo popular en Argentina consiguió el apoyo de la clase trabajadora gracias a la puesta en marcha de una serie de medidas de bienestar social.

[36] Como ejemplo tenemos la Unión Soviética y el pacto social no escrito que estipulaba la aquiescencia de la sociedad mientras el régimen proporcionara acceso a determinados productos y servicios.

[37] Ejemplos: A. SAJAROV (1921-1989) fue desterrado por criticar el sistema de gobierno comunista y defender la democracia en la Unión Soviética; N. MANDELA (1918) estuvo encarcelado 27 años por su lucha por la igualdad racial en Sudáfrica; V. HAVEL (1936-2011) denunció la represión y la restricción de libertades en el gobierno comunista de Checoslovaquia. Fue encarcelado varios veces, antes de convertirse en el primer Presidente de la Checoslovaquia poscomunista; KIM DAE JUNG (1925-2009) fue defensor de la democracia en Corea del Sur. Tuvo 16 años de prisión, exilio y arresto antes de ser elegido Presidente en el año 1997 y ser Premio Nobel de la Paz en el año 2000; AUNG SAN SUU KYI (1945) ha sido Premio Nobel de la Paz en 1991 por su lucha por el restablecimiento de la democracia en Birmania; WANG DAN (1969) con 20 años encabezaba la lista de las personas más buscadas del régimen de China. Su liderazgo en 1989 de la plaza de Tiannanmen de Pekín le costó 4 años de prisión, hasta que las autoridades permitieron su salida a Estados Unidos en 1998; ALI LMRABET (1960) es un periodista marroquí condenado en 2003 a prisión por ultraje al Rey de Marruecos al haber publicado caricaturas y artículos. Ha sido condenado a 10 años de prohibición del ejercicio del periodismo.

[38] Puede citarse el caso de Sendero Luminoso en Perú o las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). También los focos revolucionarios en países como Egipto, Argelia, Congo, Costa de Marfil, Liberia o Sierra Leona.

[39] Estados Unidos con un sistema político dominado por dos partidos (Partido Demócrata y Partido Republicano) durante más de un siglo.

[40] El caso de Reino Unido (con el Partido Laborista y el Partido Conservador) también corrobora la Ley de Duverger. No obstante, también algunos partidos más pequeños han conseguido escaños en la Cámara de los Comunes y, en ocasiones, han desempeñado un papel crucial en la formación del gobierno británico.

[41] Italia tendría que haber desarrollado un sistema bipartidista después de cambiar su sistema electoral en los años 90 (de uno de representación proporcional a otro parcialmente mayoritario, a una sola vuelta). Si bien se han consolidado sólo algunos partidos en Italia, aún no se ha desarrollado un sistema bipartidista. Pueden tardar mucho en adoptar el bipartidismo tras introducir el sistema electoral mayoritario a una sola vuelta.

[42] La India proporciona otra evidencia discordante con la Ley de Duverger. Allí el sistema mayoritario a una vuelta favoreció en el pasado la dominación de un solo partido (Partido del Congreso), pero la India nunca tuvo un sistema bipartidista sólido y sus gobiernos más recientes han estado formados por una pluralidad de partidos de coalición.

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